Universo 25
Su veteranía y virtudes analíticas le han proporcionado una higiene ética que no menudea entre los espíritus tabernarios hoy tan frecuentes.
José Ángel Marín
Lunes, 8 de septiembre 2025, 21:24
Desde que se jubiló, Recesvinto, colega de tareas universitarias hasta hace poco, ha perdido el entusiasmo. Pero su retiro no lo ha privado del sentido ... común, ni tampoco del criterio. Más bien al contrario, al tomar distancia de los afanes profesionales y alejarse de la atosigante burocracia académica que –ya se sabe- pretende convertir a los profesores en oficinitas, digo, que como persona cultivada que es, y como hombre ya entrado en años, ha ido mejorando su capacidad crítica y de análisis. Cosa que le envidio. Su veteranía y virtudes analíticas le han proporcionado una higiene ética que no menudea entre los espíritus tabernarios hoy tan frecuentes.
Él sabe que lo aprecio, y si no fuera porque las canas han despojado a Recesvinto de muchos prejuicios y respetos humanos, sería un tipo indispensable. De modo que, con ese desparpajo suyo acentuado ahora por la senectud, se plantó ayer en casa sin avisar. Era la hora del aperitivo y por eso no me extrañó su visita. Pero en lugar de dirigirse al sofá, se sentó en la cocina no sin antes abrir el frigorífico y tomar una espumosa con la que yo me había citado para la cena.
Mientras le preguntaba si, de tapa, le apetecían unas aceitunas, él me contó que andaba escamado con una lectura reciente sobre lo que denominó 'el paraíso de los ratones'. Al parecer –me explicó- se trata del experimento Universo 25 del científico Calhoun, quien relata los métodos y conclusiones obtenidos tras dos años de observación y verificaciones, que convirtieron su laboratorio en un escenario dantesco. Entre los múltiples detalles que me concretó Recesvinto, despertó mi inquietud el desmoronamiento social tras los ensayos con un modelo animal sobre esos pequeños mamíferos que luego traspasan a nuestra especie.
Los roedores del caso fueron llevados a una granja donde se crearon las condiciones más favorables para la felicidad ratona, una especie de utopía en cuya virtud se proporcionaba a los animales acceso ilimitado a alimentos y toda clase de bonanzas, permitiendo el crecimiento y solaz de la población. Lo curioso es que cada vez que se alcanzaba la cifra de 600 orondos y satisfechos ratones, se producía un desastre. Una suerte de drenaje conductual decantado por una agresividad creciente entre individuos, de madres que devoraban a sus crías y luchas a muerte por el poder dentro del colectivo. De manera que una población que, en principio, no tenía techo dado que tenían de sobra todo lo necesario, desarrollaban lo peor de sus instintos.
Eso son palabras mayores -dije a Recesvinto-. Y, si lo que quieres –añadí- es establecer paralelismos entre ese experimento y las sociedades humanas convenientemente narcotizadas por la ingeniería social del momento, que prescinden de lo más noble y áspero de la condición humana, que carecen de objetivos y de un proyecto que llevarse a la cabeza, entonces, lo que me estás contando no es solo un experimento, es una fábula anticipatoria.
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