Trapisondas
Esa carencia de capacitación académica indica muchas cosas, no es solo que falta un papelito con cenefas colgado en la pared.
José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 28 de julio 2025, 22:58
A medida que clareaba el día me fui convenciendo de que la noticia no es que un político mienta en su currículo, sino que haya ... dimitido por ello. Ya se sabe que España es el país donde no dimite nadie, y de ahí lo chocante del caso Noelia Núñez. A sus 33 añitos, esta política y ya ex diputada, que llevaba en el Congreso desde 2023 y troleando desde antes, ha presentado renuncia a sus cargos debido al escándalo suscitado por falsear con descaro su currículo académico. Un bochinche del que, por cierto, ya nadie se escandaliza pues estos trapisondistas que todavía mandan aquí y allá, han acostumbrado al personal a convivir con el enredo. Han logrado que la gente interiorice lo pútrido hasta hacer imperceptible el hedor a pocilga. Y, ¿cómo? Pues haciendo del estercolero un hábitat. A estas alturas de desgobierno nadie tiene conciencia clara de cuál es el umbral del bochorno que sus votantes –y los otros- están dispuestos a tolerar. Ni siquiera Tezanos se anima con ese vaticinio.
Todo quisqui –me temo- tiene normalizado que los políticos mienten como bellacos, que así son las cosas y que con estos bueyes tenemos que arar, que la gente valiosa ya no se dedica a la política. Ojo, con el desastre que ello implica, desde luego, para la ética política, la decencia económica y –lo que es peor- para la moral social. Que es ahí donde todo reverbera, aunque se empeñen en taparlo.
Reconozco que el otro día, al leer sobre el caso Noelia, lo primero que me vino a la cabeza fue la obsesión por la 'titulitis' de nuestra clase política, esa obcecación propia de unos dirigentes ayunos de la misma, y de la que alardean aunque no cuadre ni a tiros ese titulillo que obtuvieron de aquella manera ('dime de qué presumes y te diré…').
Esa carencia de capacitación académica indica muchas cosas, no es solo que falta un papelito con cenefas colgado en la pared. La acreditación universitaria habla de toda una trayectoria, de algo más que un trámite; no se trata de una mera habilitación que sirve para un roto y un descosido. Por eso son pertinaces en hinchar currículo con diplomitas de corte y confección, o con bulas papales de chupacirios con las que estos políticos de ahora intentan parecer de mejor familia. (Al hilo -no sé por qué-, he recordado el papado de Sabiniano, papa número 65 de la Iglesia católica, que entre los años 604 y 606 logró el pontificado pese a su impopularidad, no sin antes ejercer de apocrisiario en Constantinopla).
En fin, la 'titulitis' es patología de vanidosos que propicia cierto gamberrismo político y, también, grandes males a la cosa pública, pero que –en la actualidad- la ciudadanía ha encajado a la perfección dando por descontado que no queda otra. Hay que resignarse. Ni hablar de regeneración política (pobre Joaquín Costa). Eso sí, siempre podrá el españolito cruzar los dedos y encomendarse al santoral para que los perjuicios que todos sufrimos sean los menos posibles.
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