Mili climática
Esta vez el truco que nos cuela es un grandilocuente pacto medioambiental para que España venza al cambio climático.
José Ángel Marín
Lunes, 1 de septiembre 2025, 23:38
Ahora que Greta Thunberg, la Juanita de Arco de la religión climática, y Ada Colau, bacante alcaldesa, se ponen al frente de una flota de ... tronío, me quedo más tranquilo. Me relajo, pues ambas (a las que se suma Sánchez en inefable trío), romperán pronto el bloqueo israelí sobre Gaza. Vamos, tema resuelto en cuanto asomen por allí con sus naos. Ya era hora de que alguien solventara ese asunto.
Surca así el Mediterráneo una flota que acabará en breve con un conflicto que dura siglos. Y sin cañones; solo pertrechada de proverbial 'wokismo' y, eso sí, bien provista de hipérboles eco-fanáticas. Salvarán, de paso, al resto del planeta de la emergencia climática que nos asola cual maldición bíblica. O sea, nos redimirán a todos (queramos o no), incluyendo a negacionistas del cambio climático, esos pobres infieles que todavía no rascan bola con la eco-jerga y aún no profesan la nueva fe. Sí, va a ser un crucero la mar de aprovechado.
Se da, además, la felicísima coincidencia de esta travesía salvífica con el magno acontecimiento en cuya virtud, aquí, en nuestro suelo, Sánchez arranca el curso político con una de sus infalibles cortinas de humo; otra que permitirá se apalanque en Moncloa un ratito más. Esta vez el truco que nos cuela es un grandilocuente pacto medioambiental para que España venza al cambio climático. (Desde luego, sin limpiar los montes y poniéndoselo difícil a la población rural).
Al doctorcito viene de perlas la lacra atmosférica del cambio climático, algo que viene dándose desde que el mundo es mundo. Pero él se descuelga hoy con este cebo ambiental después de siete años al mando y, claro, tras quedar en evidencia su escapismo ante la devastación incendiaria que calcinó en agosto casi 500.000 hectáreas, se cobró la vida de varias personas y cubre de ceniza la moral y el patrimonio de centenares de familias. (Ojo, comodín del cambio climático al que ya echó la culpa en la dana valenciana, que causó un desastre de 228 muertos y miles de damnificados).
A juicio del monclovita, todo indica que hace falta más salmodia climática. Pero no se me asusten, todo será muy chachi, sostenible y hasta que se nos olviden los fuegos. Se trata de esnifar el nuevo catecismo en cómodos plazos. Y no se lo tomen a mal, el nuevo credo exigirá cierta disciplina, es decir, una mili climática. Mili, mili, como la de antes, no. (Todavía no, pero no descartemos nada visto cómo está el patio geopolítico, por mucho que la ministra del ramo haga aspavientos y niegue vehemente con la cabeza hasta quedarle ladeado ese caso antiaéreo del que le sobran –como mínimo– tres tallas).
El fanatismo de la eco-cháchara exige mili climática y recia catequesis que los apóstoles del cambio climático –tan desinteresados ellos y con sus galones políticos- están dispuestos a despachar 'gratis et amore'. En fin, la historia tiene la jodida manía de repetirse; eso sí, cambiando un poco el guion y nunca a los protagonistas.
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