Lenguas de trapo
Las amenazas a la supervivencia de la verdad tienen distinta procedencia y grado
José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 18 de marzo 2024, 21:50
Solo desde la ingenuidad más candorosa cabe pensar que la verdad sea hoy una virtud política. Quizá nunca lo fue. Al repasar la historia encuentro ... ejemplos de cómo los embusteros han medrado y copado el mando. También de cómo las ocultaciones y mentiras, las manipulaciones y, en el mejor de los casos, las medias verdades han sido palanca del poder. Sí, la probabilidad de que la verdad prevalezca resulta remota. Pero, una cosa es el pecado venial y la mentira piadosa, y otra cosa muy distinta descartar siempre la verdad, de entrada y a toda costa.
Las amenazas a la supervivencia de la verdad tienen distinta procedencia y grado. Cabe distinguir entre la manipulación masiva de hechos que marca nuestra época, y un cambio de criterio en línea con la tradicional mentira política; esa de la que hablaba Maquiavelo en sus 'artes de gobierno', que son tan propias de la modernidad temprana y que se restringen a coyunturas apremiantes.
Cuando aludo a verdades no hablo de sueños arcádicos, ni apelo al romanticismo de sinceridades a ultranza, y sí de cierta entereza. No hablo hoy de grandes verdades filosóficas, sino de la recrudecida confrontación del poder con la realidad, con la verdad fáctica. No hablo, pues, de hacerse trampas al solitario, sino de la voluntad resuelta de timar a un colectivo. Refiero la capacidad para imponer un relato para que cunda un mensaje falso, y de ello obtener beneficio propio.
Este aborrecimiento de la verdad por motivos espurios lo detecto últimamente a cada paso, en la manipulación de los hechos y en el negocio de la mentira propiciado desde el poder. Me refiero a la dinámica mendaz institucionalizada, a los dirigentes que no escatiman en recursos y cuentan con medios de comunicación masivos que –como mamporreros a sueldo– propagan las grandes trolas. Mentiras de tal calado que requieren de un reordenamiento completo del sistema jurídico para sustituir la realidad por la urdimbre de ese relato interesado, de ese relato en el que se empeñan los beneficiados.
Algo que creíamos solo sucedía en repúblicas bananeras, es hoy posible en países occidentales. Así, gracias al populismo, vemos como democracias consolidadas 'hincan el pico' solo para que un tipo mantenga una vida rutilante. Así, la mentira campea como Pedro por su casa. Las mordidas, los Koldos y la corrupción basada en el fingimiento ha logrado que al sistema se le vean las costuras, que todo quede licuado en el lodo falsario. Tan cierto como que la mentira seduce, es que la verdad siempre ha sido odiada por los tiranos. Sin embargo, solo en un país con orden constitucional estable es posible someter a escrutinio al gobernante y quizá derrotarlo cuando miente más que parpadea.
Hoy los únicos que rastrean los hechos son los científicos y los jueces, por eso algunos proponen que hay que depurarlos, ya que ellos son los únicos capaces de ir contracorriente y combatir la banalidad de la mentira.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión