Donde fueres
Y su diminuto cuerpo, entre livideces y manchas violáceas, se desmadeja sobre una cuna de hospital.
José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 21 de abril 2025, 22:14
En lugar de chapetas en las mejillas, el crío, de escasos 40 días, luce carita cadavérica. Sin un gesto concreto, ni de dolor ni de ... rabieta, parece dormido, como haría un lactante de su edad al que vence el sueño tras tomar la teta. Pero no, el nene no duerme. Sus ojos cerrados están llenos de vacío. No es siesta la suya, sino sueño eterno. Y su diminuto cuerpo, entre livideces y manchas violáceas, se desmadeja sobre una cuna de hospital. Allí yace sin resuello ni lágrimas, deslavazado y apenas cubierto por una sabanita del SAS.
Este relato no es una ocurrencia, ni un cuento tétrico. Ha ocurrido aquí cerca, en Almería, y supimos de la noticia por las circunstancias de la muerte: Se produjo tras la circuncisión clandestina del bebé. Los padres y un tercero –el que aplicó al crío las rebanadas-, se las verán ahora con la justicia. Obvio. El chiquillo murió desangrado tras los tajos del falso médico que, sin medios ni conocimientos, perpetró una fimosis sin tener ni pajolera. La crónica periodística indica, además, que la parentela del bebé muerto es originaria de Mali.
Al poco de saltar la noticia algunos medios aludieron al suceso. Pero, y ahí está lo llamativo, no para informar, sino para intentar justificarlo; claro, no abiertamente, sino usando las trampas del lenguaje y, por supuesto, considerando imbécil al auditorio. Sí, tras conocerse el episodio, los tertulianos del régimen, apóstoles de lo políticamente correcto, se dieron prisa en volcar su parloteo indigenista para, sutilmente, disculpar a los padres y al charcutero. Curioso, pues, los tres consumaron una cirugía ilegal, una carnicería que acabó con la vida del neonato, sin reparar en que estaban en España y no en su país.
Las costumbres ajenas no seré yo quien las discuta, sobre todo si juegan en su casa. Tampoco censuro las tradiciones localistas cuando están arraigadas y se practican en una latitud concreta, es decir, planteadas en su sitio y dentro de su contexto temporo-espacial. Pero, fuera de ahí, amigo, pare usted el carro. Mi objeción viene dada cuando se trasplantan sin más y se descontextualizan. Ahí está el disparate, pues se muda uno a un lugar -huyendo de las quemas-, y va luego e intenta convertirlo en ese del que proviene.
En España, por ahora, circuncidar en la cocina –por muy ritual que sea la faca- es ilegal y delictivo. Y ya se sabe que la ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento. Además, como repetía mi abuelo tomándolo de los clásicos: 'donde fueres haz lo que vieres'. (La expresión original proviene del latín: 'cum Romae fueritis, romano vivite more', o sea, 'cuando a Roma fueres, como romano vivieres'). Y para comprender esta máxima no hay que ser ingeniero naval, basta con tener ojos en la cara. Así que si donde vas lo que ves no te cuadra, mejor tomar el camino de vuelta, y no abusar más de la cuenta de la hospitalidad de quienes –naturalmente- te acogen en su suelo.
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