Capados
Oye, amigo, y a Jaén cómo coño se llega; que me han dicho que andáis jodidos de comunicaciones ferroviarias y de infraestructuras básicas.
José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 9 de septiembre 2024, 23:19
No es la primera vez que intento traer a algún literato de renombre a esta tierra nuestra, y debo confesar que sea quien sea mi ... interlocutor, sea Premio Planeta o nacional de poesía, siempre me topo con la pregunta de rigor: Oye, amigo, y a Jaén cómo coño se llega; que me han dicho que andáis jodidos de comunicaciones ferroviarias y de infraestructuras básicas.
Yo, que espero el raquetazo –pues como digo no es la primera vez-, carraspeo un poco y suelto por teléfono mi alegato sobre las bondades de Jaén y su provincia. Después viene su carcajada tras oírme a mi tan ufano. Luego –debo reconocer-, me sonrojo. Sobre todo, cuando meten los dedos e insisten en cómo hacer el viaje. Entonces voy y les digo que no hay de qué preocuparse, que tenemos aeropuerto, aunque a cien kilometrillos de distancia. Ah, y también tenemos –añado- una posibilidad muy chula y novelesca, que consiste en hacer el trayecto en un tren diligencia, como en la película de John Ford, y que en un pispás te trae aquí desde Madrid, tras cinco o seis horitas de nada si las cosas no se tuercen, y te desembarcan en Jaén con un traqueteo que mucho agradecen los huesos.
Así, tras parada en cada pueblo del itinerario, con la incertidumbre y el suspense de un culebrón venezolano, lo que quede de nuestra osamenta se verá finalmente arrastrada hasta el Santo Reino, eso sí, gozando en esa peripecia ferroviaria de un romántico –y quizá algo extenso- paseo sobre los añejos rieles de un tren parecido al que ya retrató Machado en su conocido poema. De modo que, con la maleta y el corazón bien ajetreados por una puntualidad bananera, pero desde luego contentos, estaremos ya situados en este paraíso aceitunero.
Comentaré al efecto que una autora, para más señas galardonada con el Planeta, viendo el suculento abanico de posibilidades que se le planteaban para venir, optó por viajar en AVE desde Madrid hasta Córdoba, a cuya estación fui a recogerla para traerla a una conferencia a nuestra capital jaenera. Fue una tarde lluviosa aquella. Llegó puntual el AVE y allí estaba yo esperándola. Subimos a mi coche para recorrer por carretera el trayecto que faltaba. Y todo bien hasta las inmediaciones de Porcuna. Fue entonces cuando ella puso su mano sobre la mía, que estaba apoyada en la palanca de cambios, y me dijo con voz trémula y compungida: Oye, José Ángel, no me digas que vamos a tardar lo mismo en alcanzar Jaén desde Córdoba por este asfalto sinuoso, que en llegar desde la estación de Atocha a Córdoba.
Ya imaginará el amable lector cuál fue mi cara al escuchar la pregunta de mi amiga escritora. En fin, no se me ocurrió otra respuesta que esta: Del mismo modo que cuanto más ignorante es una persona más se le toma el pelo, cuanto más cerril y cazurro es un territorio más lo pisotean los que tienen la sartén por el mango. Sí, cuanto más capados están sus habitantes y más acomodados sus gobernantes, peor futuro espera.
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