Más campaña
Ahora nos convocan a unas elecciones europeas ferozmente binarias.
José Ángel Marín
Jaén
Martes, 4 de junio 2024, 00:21
Asisto atónito a otra campaña electoral binaria. Una más donde se genera el espejismo de la dualidad irreconciliable. Otra vez invocan al caimán que llevamos ... dentro. Estos atroces dirigentes nos han tomado la medida, nos conforman con palo o zanahoria, y todos tan contentos. Es lo que tiene dar cancha a lo peorcito de cada casa (y sálvese el que pueda).
Ahora nos convocan a unas elecciones europeas ferozmente binarias. Elecciones que tienen lugar cada 5 años y en las que europeos de 27 países de la UE, unos 450 millones de criaturitas, elegimos a eurodiputados que nos representarán en el Parlamento Europeo, ese sitio donde Puigdemont campea como Pedro por su casa, donde deciden la caducidad de ese yogurt que tienes en la nevera, donde -de paso- discuten sobre leyes de la UE. Allí se marca el presupuesto de la UE, y un buen día optan por quién presidirá la Comisión Europea (hoy esa señora menudita y acomodaticia con nombre de madre abadesa teutona –aunque no se hagan ilusiones-, una tal Úrsula).
El próximo domingo los europeos votamos la friolera de 720 diputados, a razón de 9.975,42 € brutos mensuales por barba y con cargo a dicho Parlamento. Tienen también una dieta diaria fija de 338 € para tapar agujeros de alojamiento y otros gastillos. Comprenderán ahora porque hay bofetadas para ser eurodiputado, por mala que sea allí la climatología. Pero no se rasgue las vestiduras el lector, pues la dieta se reduce a 169 castañas diarias si la cita es fuera de la UE. Además, han tenido el detalle de limitar el número de diputados a 750, sin contar al presidente de la asamblea. El consuelo alcanza cotas inenarrables al descubrir que cada país puede tener un mínimo de 6 eurodiputados y un máximo de 96.
No sé si estas cosillas las cuentan en los mítines y cuñas con las que intentan llevarnos al aprisco electoral. Ni si dicen qué pasa tras las urnas, cuando los electos (con ele) forman grupos políticos según afinidades que no necesariamente son culinarias.
Mención aparte, junto a paga y dieta, están los 4.778 palotes previstos para suplidos derivados de su actividad: retribución para costear alquiler de locales, gastos telefónicos y compra de equipos informáticos, amén de otras derramas. Aquí no incluyo, claro, esas otras menudencias como son el libre uso de sedes en Bruselas y Estrasburgo, ni el uso de coche oficial si van en misión oficial. También omito la calderilla aneja cuando el interfecto se emplea lejos de su país: magro reembolso para dispendios de viaje, pernocta y otras bagatelas hasta un máximo anual de 4.716 pavos.
Nada diré de los 28.412 € adicionales para contratar asistentes y encargos de consultoría. Y dejo para otro día la pensión de jubilación cuando el eurodiputado llega a 63 añitos, que entonces cobra pensión que asciende a un 3,5% del importe de la asignación parlamentaria por cada año completo en el cargo.
Bien, aun así, hay que votar este 9 de junio.
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