El último cineasta clásico
Tomó las riendas de su carrera hace 60 años y no las ha soltado desde entonces
José Abad
Domingo, 5 de enero 2025, 22:40
Si el cinéfilo echa la vista atrás descubre un rastro de nombres que han venido acompañándolo prácticamente desde sus años más tiernos. En mi caso, ... uno de estos nombres es el de Clint Eastwood, encumbrado por un puñado de westerns –no sabría decir cuántas veces los he visto– que ha cumplido noventa y cuatro años, todavía en activo, y en plenas facultades. Su caso es admirable por muchos motivos: Eastwood tomó las riendas de su carrera hace sesenta años y no las ha soltado desde entonces. A pesar de no ser un actor especialmente versátil, ha evitado el encasillamiento introduciendo sustanciales matices en el dibujo de sus personajes característicos, e incluso unos sutiles apuntes autocríticos que algunos tienden a pasar por alto. No contento con ello, Eastwood ha puesto su firma como director a cuarenta largometrajes en el último medio siglo. Su estilo, reacio a los alardes visuales, ha ido decantándose por un clasicismo diamantino, siempre atento a lo esencial del relato. Norman Mailer dijo que en sus películas se veía la acción con la misma claridad con que podía leerse en una novela cualquiera de Ernest Hemingway. Yo no sabría hallar un símil mejor.
Ahora ha llegado a las librerías 'Clint Eastwood' (Libros Cúpula), una monografía firmada por Ian Nathan, ricamente editada, que repasa título a título una carrera muy extensa. Eastwood no siempre las tuvo todas consigo. Llegó a Hollywood con veintipocos años y, en un primer momento, se limitó a incorporar personajes de relleno antes de verse relegado a la televisión, que era el derrumbadero donde antes acababan quienes no conseguían hacerse un hueco en la gran pantalla. (Hoy es distinto). La fortuna le puso en las manos un papel que había sido rechazado antes por James Coburn y Charles Bronson. Ninguno de ellos quería arriesgar su carrera participando en una oscura coproducción hispano-ítalo-alemana, destinada al circuito de los cines de barrio, que debía rodarse en el sur de España.
¿Dónde diantres está Almería?, debieron preguntarse. Eastwood arriesgó y acertó de lleno: 'Por un puñado de dólares' (1964) lo convirtió en una estrella internacional de la noche a la mañana; 'La muerte tenía un precio' (1965) y 'El bueno, el feo y el malo' (1966) consolidaron ese estrellato. De vuelta a EE UU, Eastwood se llevó consigo esa novísima forma de entender el western –ceremonial, operística, irónica– aprendida de Sergio Leone. Sus primeros westerns como intérprete en Hollywood –'Cometieron dos errores' (1968) y 'Dos mulas y una mujer' (1970)– y el primero que dirigió –'Infierno de cobardes' (1973)– acusan una fuerte influencia leonina. Para cuando dirige 'El fuera de la ley' (1976), sin embargo, Clint Eastwood es ya Clint Eastwood.
¿Dónde diantres está Almería?, debieron preguntarse Coburn y Bronson. Eastwood arriesgó y acertó de lleno: 'Por un puñado de dólares' (1964) lo convirtió en una estrella
Al cinéfilo de este lado del Atlántico, la monografía de Ian Nathan le interesará sobre todo porque da cumplida noticia de cómo fueron recibidas sus películas en Estados Unidos en el momento de su estreno. Ya conocía la ojeriza que le tenía la crítica Pauline Kael, que dijo de él que era una «'reductio ad absurdum' del machismo actual» y tachó 'Harry el sucio' (1971) –en donde interpretó a otro de sus personajes icónicos– de «ejercicio de fascismo encubierto», pero claman al cielo los desvaríos que llegaron a escribir ciertos escribidores. (La crítica no es una ciencia exacta, lo sé, nunca lo fue, nunca lo será). He aquí algunos ejemplos ofrecidos por Nathan: el crítico de The New York Times dijo de 'El fuera de la ley' que era un «intento soporífero de crear un western épico»; el de Chicago Sun-Times afirmó que en 'Ruta suicida' (1977) todo era «alegremente absurdo»; y la incombustible Pauline Kael despachó 'Bird' (1988) como un «auténtico galimatías». A partir de 'Sin perdón' (1992), según Nathan, empezó a considerársele «un artista». Para mí, el éxito crítico de esta última lo único que hizo fue ratificar el talento mostrado en 'El fuera de la ley', 'El aventurero de medianoche', 'El jinete pálido' o 'Bird'. Después vendrían 'Los puentes de Madison', 'Mystic River', 'Million Dolar Baby', etc. La lista de aciertos desnivela la balanza a su favor.
Si Clint Eastwood y yo coincidiéramos en el mismo colegio electoral, con toda seguridad elegiríamos papeletas de color diferente; esto no me impide ver en él a un gran cineasta, el último cineasta realmente clásico.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión