Solo verbalizarlo salvó sus vidas
«De repente tu vida se para y entras en una espiral de dolor, preguntas y sentimientos que no sabes cómo parar»
Joan Carles March
Domingo, 5 de marzo 2023, 23:01
Hace un mes, Nunci, una superviviente de suicidio, contactó conmigo. Me explicó que su hermana se había suicidado hacía tres años y que le parecía ... muy importante trabajar el tema del suicidio en su pueblo.
Hace 15 días, fuimos Miguel Guerrero, un gran profesional, y yo. Empezó Nunci. Para ella, para todos, era un día especial porque sabemos que es un tema del que no se habla suficientemente y al que es necesario dar visibilidad y concienciar a la sociedad. Nunci contó que perdió a su hermana pequeña el 11 de diciembre de 2019; que lucha para sobrevivir al inmenso dolor que siente, a las infinitas preguntas sin respuesta que rondan todavía por su cabeza; al sentimiento de culpa que le atormenta, a la incredulidad, a la rabia y la impotencia de no haber podido impedirlo. El suicidio, como pasa normalmente, le pilló por sorpresa. Pero ella tiene claro que de lo que no se habla no existe, y a un problema que no existe no hay que buscarle una solución.
Ella tiene claro que hablar de suicidio, de forma responsable y rigurosa, sin caer en sensacionalismos, ayuda a evitarlo. Nadie está a salvo de sufrir una crisis existencial y sabemos, dijo, que las personas que piensan en el suicidio no quieren morir; lo que quieren es dejar de sufrir, escapar de un sufrimiento extremo que no les deja ver otra salida. Y añadió: «Yo también vivía feliz en mi ignorancia. Nunca imaginé que se podría sufrir tanto, hasta que me convertí en superviviente. De repente tu vida se para y entras en una espiral de dolor, preguntas y sentimientos que no sabes cómo parar. Te levantas cada mañana, concediéndote permiso para vivir, para seguir adelante, porque no sabes si tienes derecho, si quieres». Y dijo más: «A este sufrimiento se le une la incomprensión de la sociedad (desde la soledad de vivir uno de los duelos más duros e intensos que se puede pasar)». Sabemos que el suicidio no es una decisión adoptada libremente, sino que es una decisión definitiva a un problema temporal. Y terminó diciendo: «El suicidio no es culpa de nadie, es responsabilidad de todos».
Me recordaron sus palabras a lo que cuenta José Carlos Soto, superviviente también: «Mi única meta es trabajar por la prevención del suicidio y salvar vidas. Sobrevivir al suicidio de Ariadna es la montaña que escalo cada día. Nuestra única hija se suicidó el 24 de enero de 2015. En nuestra casa siempre se ha hablado libremente de todo; por eso, después del suicidio nos dimos cuenta de que no habíamos tenido herramientas, no conocíamos la depresión, no sabíamos cómo ayudar. Ariadna, con 17 años, adolescente, nos protegió equivocadamente, guardándose todo el dolor, disimulando. Ahora sabemos que la depresión engaña; crea pensamientos falsos en nuestra cabeza, como el que hace pensar que los demás se quedarán más tranquilos y superarán la situación. Hablar y aclarar la importancia y gravedad de la depresión contribuye a comportarnos con quien la padece con la empatía necesaria».
O lo que cuenta María de Quesada, que cuando tenía 15 años intentó suicidarse. Ocurrió un viernes, y el lunes, después de 2 días en el hospital, ya estaba de nuevo en clase. Aquello permaneció en secreto entre su familia y sus amigos más cercanos, hasta que en una formación en Estados Unidos uno de los compañeros contó que con 16 años había intentado suicidarse. Fue entonces cuando María, a sus 36 años, decidió que ella también quería contar su experiencia: La niña amarilla.
Y en medio hemos recibido las cifras de suicidio de 2021 y en el primer semestre de 2022 que ponen los pelos de punta. Cifras que crecen año a año y que colocan el número de menores de 15 años en el triple del de los que lo habían hecho en 2019. Y además crecieron un 17% los suicidios de personas de entre 75 y 79 años, un 10% entre los de 45 a 49, un 9% de 60 a 64 y un 4,5% de 50 a 54. Cifras que no deberían dejar ni un día más sin un plan integral de actuación ante el suicidio y con medidas más amplias que la puesta en marcha de un sin duda necesario teléfono, el 024.
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