Hablar de la muerte, para vivir y morir mejor
El tiempo, por sí solo, no cura las heridas. Que pasen simplemente días, no es necesariamente curativo
Joan Carles March
Miércoles, 27 de marzo 2024, 23:31
En estos días de Semana Santa, me parece relevante reflexionar sobre la muerte. La sociedad moderna occidental evita hablar de la muerte y esta evitación ... puede causar dolor y sufrimiento innecesario. Nuestra relación con la muerte ha cambiado a lo largo del tiempo.
Pero la pandemia nos ha hecho pensar más en la importancia de morir bien. Y en ese morir bien, las lágrimas que sirven son parte del abrazo que damos. Pero las lágrimas que sí ayudan han de ser sin artificio, sin apariencia.
Reconocer el final de vida es fundamental, es un proceso complejo que combina intuición e información. Una cultura que no reconoce ni nombra abiertamente la muerte contribuye a un reconocimiento tardío.
Asumir la muerte es un tema delicado y complicado. Hay un proceso que discurre por distintas fases, pero que no siempre es el mismo en todas las personas. Primero viene la rabia, la ira y la negación. Superadas estas fases, la persona entra en otra de negociación consigo mismo, en la que busca cómo sobrellevar la situación de la mejor manera posible. Finalmente, la aceptación. Pero insisto, los tiempos de cada fase dependen mucho de cada uno.
El tiempo, por sí solo, no cura las heridas. Que pasen simplemente días, no es necesariamente curativo. Cura aquello que hacemos mientras pasan esos días… Pero se necesita tiempo para que pase. El tiempo es un eje de la atención sanitaria: en diagnóstico, prevención, paliación o en tratamiento. El tiempo es un ingrediente también en la relación curativa de escuchar, de reconocer, de preocuparse. La atención sanitaria, la relación entre profesionales y pacientes se transforma si se practica con un verdadero respeto por el tiempo.
En ese entorno, los profesionales pueden ser fuente de paz al dar empatía, sensibilidad, prioridad, vocación, ánimo y acompañamiento (o pueden ser fuente de lo contrario si no lo hacen).
Nunca podemos olvidar el impacto de nuestras acciones, de nuestra palabras, de nuestros gestos… porque marcan para siempre. Esa relación entre profesionales y pacientes requiere un lenguaje compartido y coherente para nombrar explícitamente a la muerte. Debe haber un cambio cultural y que la muerte sea un tema de reflexión y de conversación.
El proceso de superar la pérdida de un ser querido es una experiencia dura y difícil pero que, sin embargo, todos tenemos que enfrentar en algún momento de la vida. Pasar un duelo es algo necesario para poder sanar las heridas que nos deja la pérdida y poder enfrentar el futuro de forma más equilibrada.
En momentos como estos, la lectura puede convertirse en un faro de esperanza, consuelo y apoyo. Las prácticas tradicionales de duelo preservaban un lugar para los muertos entre los vivos. El enfoque actual del duelo se desplaza a aceptar la realidad de la pérdida y liberar los vínculos emocionales. El dolor del duelo forma parte de la vida, exactamente igual que la alegría del amor; es el precio que pagamos por el amor, es el coste del vínculo.
El profesional sanitario está familiarizado con la muerte. Le pedimos a los médicos que nos curen y alivien, a las enfermeras, que nos cuiden con toda la ciencia y estén cerca, pero también, les pedimos a unos y otros, que sean testigos de la muerte. Su valor como testigo radica en que han visto morir a otros. Se convierte en el intermediario vivo entre nosotros y la multitud de muertos. Los pacientes agradecen realismo y optimismo en una buena relación empática. El amor por la salud y la atención sanitaria no viene solo del deseo de curar, sino del deseo de entender.
Creer que después de la muerte de un hijo/a podremos estar en contacto con el dolor y el sufrimiento y no ser ni estar tocados, es como creer que podremos caminar a través del agua sin mojarnos
Necesitamos ayuda para superar la tristeza y que nos ilumine el camino hacia la sanación emocional. Es una cuestión de resiliencia y de capacidad de encontrar la luz incluso en los momentos más oscuros de la vida. Todo ello en un proceso de superación, ofreciendo una perspectiva sobre cómo enfrentar las pruebas más duras de la vida y seguir adelante con esperanza y determinación. Una inspiración para todo el mundo.
A pesar del dolor, la vida continúa y podemos encontrar la luz en medio de la oscuridad. Podemos superar el dolor y abrirnos un camino de superación.
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