La Zona de desinterés
Han faltado diálogo y consenso, efectivamente, ¿pero habría sido posible alcanzar un acuerdo de mínimos en un tema tan controvertido?
Que los municipios socialistas del área metropolitana estén actuando todos a una para boicotear la zona de bajas emisiones decretada por la alcaldesa de Granada ... no debería sorprender a nadie. Puede cabrear o indignar, pero no sorprender: es algo que se viene barruntando desde hace tiempo.
Paco Cuenca, cuando era oposición al Ciudadano y posteriormente neosocialista Luis Salvador, ya avisaba de los problemas de la contaminación en Granada. Pero lo hacía en clave de área metropolitana. De hecho, recuerdo los chascarrillos de algunos críticos, acusándole de postularse como alcalde de la Gran Granada de medio millón de habitantes, esa con la que sueñan algunos utópicos racionalistas. En 2019, Cuenca llevó al Senado la problemática de la calidad del aire e impulsó un gran pacto con otros alcaldes del área metropolitana para afrontar la cuestión. He sido incapaz de encontrar en qué se tradujo aquel pacto ni si, una vez que los socialistas volvieron a plaza del Carmen, llegaron a hacer algo que le diera sentido o continuidad. Si alguien tiene información, favor de compartirla. Porque, para mí que, como tantas otras veces, aquello se quedó en una mera declaración de intenciones, palabrería hueca.
Entonces llegó Marifrán, implementó la ZBE y se armó el belén. O el pifostio, como ustedes quieran. Y ahí es donde entramos en el proceloso mar de las flagrantes contradicciones. A lo largo de estos meses hemos podido escuchar críticas a la que podríamos llamar 'Zona de desinterés', que van desde quien opina que la medida apenas va a tener repercusiones en la calidad del aire porque serán muy pocos los vehículos afectados a los convencidos de que va a ser una tragedia de proporciones bíblicas que arruinará a miles de familias. ¿Será por polarización?
Que Granada tiene un problema gravísimo con la contaminación no lo duda (casi) nadie. También existe un consenso generalizado sobre la necesidad de reducir el volumen de vehículos que transitan diariamente por las calles de la capital. Así las cosas, Marifrán Carazo cogió el toro por los cuernos y, actuando como regidora de Granada capital, adoptó una decisión complicada e impopular. Pero necesaria. Seguramente insuficiente y parcial, pero mejor es algo que nada. Han faltado diálogo y consenso, efectivamente, ¿pero habría sido posible alcanzar un acuerdo de mínimos en un tema tan controvertido? Un acuerdo más allá de lo retórico, quiero decir. Seguiremos este lío con la atención que precisa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión