El vuelo a ning… ¡Ámsterdam!

Cuando vi que se iba a celebrar en Granada una cumbre internacional de líderes de líneas aéreas supe que tenía columna. Y no les digo nada al escuchar que se llamaba 'Capa' por un acrónimo indescifrable. ¡Eso estaba hecho!

Que Granada, cuyo aeropuerto ya sabemos que no se encuentra entre los de más movimiento del mundo mundial, acogiera uno de los congresos de actividad aérea más importantes de ese mismo mundo mundial, era un hueso que no podía soltar. ¡Había olido sangre, como los tiburones!

Me relamía al imaginar cómo vendrían a Granada los líderes de esas compañías aéreas que deben acumular más puntos en sus tarjetas de vuelo que el personaje de 'Up in the air'. ¿Les habrán fletado un vuelo especial o, para que no vieran nuestro aeropuerto de Pinypon, les habrán traído en coche desde Barajas? ¿Llegarían a través del magno aeropuerto de Málaga o les habrán metido en el AVE romántico que avanza a paso de tortuga por la variante de Loja, para que vieran la belleza de la Andalucía profunda en modo slow travel, ahora tan de moda?

Les confieso que estaba tan contento con esta historia que me reía hasta de mis propios chistes. Y pensaba rematar diciendo que, el problema de alojar a estos mega líderes mundiales en Granada era que se enamoraran de la ciudad y la quisieran para ellos solos, renunciando a traer vuelos que la llenen aún más de turistas. Que era un arma de doble filo pasearlos por la Alhambra, el centro y el Albaicín.

Hete aquí, sin embargo, que cuando le iba a dar al botón de 'Enviar' esta columna al periódico con el título de 'El vuelo a ninguna parte' como homenaje a mi admirado Fernando Fernán Gómez, la crueldad de una alerta en el móvil me ha jodido el plan. «Granada tendrá un nuevo vuelo a Ámsterdam en septiembre», reza el titular. ¡Ños! ¿Será posible? Según cuenta Mercedes Navarrete, Marifrán Carazo convocaba a los periodistas de forma urgente en el hotel Barceló Congress para dar la buena nueva… y arruinarme la columna. ¿No podía haber esperado a mañana, que libro? Maldita sea mi suerte…