Aunque lo vea, no me lo creo
Jesús Lens
Martes, 4 de julio 2023, 23:45
Hace unos días, con lo de la mujer enamorada de Brad Pitt, les confesaba que antes era inocente, cándido y crédulo y que, posiblemente por ... eso, me aficioné a la novela negra. Como reacción. Como vacuna. Al leer tanto sobre crímenes, robos, estafas y asesinatos, empecé a ver la vida de otra manera. Pero ha hecho falta la popularización de las herramientas de inteligencia artificial para que, de una manera definitiva, no me crea nada. De nada. ¿Se acuerdan de cuándo decíamos aquello de 'si no lo veo, no lo creo'? ¡Tiempos viejunos! Ya es historia. Da lo mismo lo que veas y que lo veas. Ahora, no te puedes creer nada, por mucho que lo tengas delante de tus ojos. Si hay una pantalla de por medio, lo más probable es que sea falso. Los dobles de Tom Cruise, un gran tiburón blanco saliendo de las aguas como si fuera un atleta finlandés a punto de batir el récord del mundo de salto de altura, personajes famosos en actitudes extrañas y comprometidas… Si el cine, con sus cada vez más depurados efectos especiales y cromas digitales, había difuminado los límites entre la realidad y la ficción, la IA ha terminado de borrarlos. Y por eso y por defecto, insisto: por mucho que lo vea, no me lo creo. De ahí que le augure mucho éxito y un gran porvenir a los contadores de noticias. A los periodistas de toda la vida, o sea. A los que se patean las calles y cuentan lo que ven con sus propios ojos y escuchan de viva voz, en primera persona. A los que describen con pelos y señales el quién, cómo, cuándo, dónde y por qué de lo que pasa a nuestro alrededor. Lo de que una imagen vale por mil palabras también es historia. Con esto no quiero desmerecer el trabajo de los fotoperiodistas. Sus imágenes hablan por sí mismas y cuentan historias ellas solas. En su caso, las creemos por su firma. Por el prestigio y la profesionalidad de sus autores. Y, siempre, en el caso de textos y fotos, por el aval del medio que las publica. El pozo sin fondo de Internet y las redes sociales cada vez tiene menor valor. Desde un punto de vista informativo, en concreto, se ha convertido en una completa y absoluta pérdida de tiempo.
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