Valorar las vacaciones
De todos los errores que podría haber cometido Feijóo, uno de los más graves es decirle a quien no puede disfrutar de un merecido descanso ... estival que no pasa nada, que las vacaciones están sobrevaloradas. Si pretendía ser humor, poniendo cara y tono a lo Eugenio, le ha salido fatal, por mucho que se oigan risas de fondo y ambiente fuera grato y distendido. ¿Todavía no han aprendido los políticos que con un corte de audio y video en el momento exacto, fuera de contexto, el chiste deja de tener pícara gracia? Máxime cuando la AEMET ya nos amenaza con una nueva y letal ola de calor.
Pero vayamos al fondo del asunto. No. Las vacaciones nunca están sobrevaloradas. Sobre todo las suyas. Las de los líderes de los partidos. Las de sus lenguaraces portavoces y corifeos. No sé si ellos las necesitan, pero nosotros, desde luego, sí. Necesitamos que se vayan tres semanas a alguna isla desierta, a una de esas misteriosas calas desconocidas que, irresponsablemente, las redes y los medios se empeñan en dar a conocer. Que se vayan a un desierto sin wifi, a hacer senderismo a un tupido bosque sin conexión. Sus vacaciones también son las nuestras. No verles, no escucharles durante unas semanas. No saber de ellos. Esa desintoxicación también es necesaria. Máxime si, como parece, el runrún de la vuelta al cole será el del adelanto electoral.
Mucho más divertido me ha parecido, éste sí, el vídeo de la UGR animando tanto al profesorado como al estudiantado a disfrutar de sus, otra vez, merecidas vacaciones. Porque igual que las palizas siempre son brutales y pertinaces las sequías, el descanso agosteño nunca deja de ser merecido, justo y necesario.
Lo único que no me gusta de las vacaciones es que me las traten de vender como imprescindibles para, a la vuelta, ser más productivo. No, miren, no. Las vacaciones son para malgastarlas, en el mejor y en el peor sentido de la palabra. Y cuando se acaben, ese momento trágico, pues ya se verá. Y otra petición: ahórrense sus consejitos sobre cómo pasarlas de forma sana, creativa y natural; ética, filosófica y sostenible. Unas vacaciones tan livianas, tan poquita cosa, que al terminar no sienta uno ni un ápice de síndrome postvacacional, ni son vacaciones ni son ná. Por todo ello, disfrútenlas como más y mejor les plazca, sin sentirse culpables por 'desperdiciarlas', llegado el caso.
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