Tiempo espontáneo
Jesús Lens
Sábado, 19 de abril 2025, 23:29
Esta Semana Santa he conseguido doblar los objetivos que me había marcado y me siento orgulloso de mí mismo. Ojo que eran unos objetivos ambiciosos, ... por lo que la hazaña tiene más mérito aún. Y es que me había propuesto no hacer nada y he terminado por hacer nada… de nada. Nada en un sentido figurado, claro, que en sentido literal es imposible. Como tratar de dejar la mente en blanco. Siempre que lo intento, acabo viéndome a mí mismo con un rodillo y una lata de pintura, dándole sucesivas imprimaciones a mi cerebro. He leído, visto películas y baloncesto, salido a correr, escuchado música y, sobre todo, me he entregado a una misión tan imposible como las de Tom Cruise: poner orden en mis libros. Aún así, tengo la reconfortante sensación de haber pasado tres días in albis, entregado a ese auténtico lujo que es el tiempo espontáneo. Ese concepto se lo leí por primera vez a Carlos Fresneda en un libro que, para mí, fue revolucionario. Se titula 'La vida simple', cayó en mis manos allá por el año 2000 y me hizo cambiar la perspectiva, aprendiendo a valorar mucho más las cosas sencillas del día a día. Ahora es un tema recurrente y del que se habla mucho, sobre todo desde la pandemia, pero en su momento fue visionario. Y para un enganchado a la multitarea como yo, todo un desafío. Lo del tiempo espontáneo parece algo muy sencillo, pero es tirando a complicadete, no se crean. Se trata de dejarse un día sin ningún tipo de obligaciones, horarios, planes o compromisos para ir haciendo, en cada momento, lo que te apetezca y te pida el cuerpo. Con el tiempo espontáneo no se busca hacer nada heroico, especial, espectacular o necesariamente instagrameable para compartir en redes y poner los dientes largos a tus seguidores. De hecho, es difícil hacer nada de eso sin una planificación previa.
Levantarte temprano o remolonear en la cama. Desayunar en casa y tirarte en el sofá o salir fuera a tomar café y dar una vuelta por el barrio. O aprovechar para hacer turismo en tu propia ciudad. Lo que sea, pero por gusto, sin obligaciones y de acuerdo al impulso del momento. El tiempo espontáneo va contra la lógica de nuestra época, en la que todo, hasta el descanso, tiene que ser productivo, activo, creativo y mensurable. De todos los lujos existentes, hacer lo que te salga de tu alma durante unas horas, no tiene precio.
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