Pobres, pero honrados
Digan lo que digan algunos aficionados sevillanos, el Covirán ha conseguido mantenerse un año más en ACB en la cancha y gracias a su trabajo ... sobre el parqué, en la pintura y bajo los aros. De eso, que no le quepa duda a nadie. El buen desempeño realizado en los despachos también ha contribuido, por supuesto. Pero el ingrediente principal ha sido el sudor, más que la tinta.
La historia ya la conocen: nuestro equipo descendió al final de la pasada temporada, quedando penúltimo. Pero como el Betis, que ganó la Final Four de la Primera FEB, no pasó la auditoría exigida por la ACB ni presentó la documentación necesaria, no se le admitió en la competición y se repescó al Covirán. De ahí lo del mantra del ascenso conseguido en los despachos y no en la pista, que suena muy romántico y quijotesco, pero que es falso.
El Betis ganó esa Final Four gracias, entre otros factores, a haber hecho trampas. En los despachos, precisamente. Hablamos de un club que debía hasta de callarse por varios conceptos, incluyendo nóminas y comisiones, endeudado con la Seguridad Social y Hacienda. Su presidente trató de saldar las deudas en tiempo récord para conseguir el transfer a la ACB, pero no lo consiguió.
La pregunta: ¿por qué se permite a un equipo que no cumple con sus obligaciones contractuales y fiscales jugar una fase de ascenso frente a otros combinados que sí hacen las cosas bien? ¿No es eso adulterar la competición? ¿No es ir dopados hasta las trancas, económicamente hablando?
Esta semana leíamos que jugadores del Fuenlabrada, otro moroso contumaz de la Primera FEB, y a quienes el equipo madrileño debe parte de su salario, no pueden fichar o jugar en sus nuevos equipos, atrapados en un embrollo burocrático-legal por tener contrato en vigor. ¡Qué maravilla, qué fair play!
El Covirán volverá a tener uno de los presupuestos menos boyantes de la ACB en la temporada 25-26. A pesar de ello, el equipo que están montando Óscar Fernández-Arenas, Eloy Almazán y Ramón Díaz pinta bien. Apañadito, sólido, experimentado y aguerrido. Sin estrellas de relumbrón, lógicamente, pero presto y dispuesto a dar batalla. Ya somos 6000 los abonados que estaremos semana tras semana en el Palacio, animando un año más. Es lo que tiene ser pobres, pero honrados.
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