¡Pobre democracia!
Pena y tristeza. Preocupación y hasta miedo por nuestra democracia. La nuestra, en España. La nuestra, también, en el resto del mundo. Creo que ambos ... convinimos en el mismo diagnóstico, lo que me reconfortó de alguna manera.
Ayer estuve con Paco Benítez tomando una cerveza en el Reca Campus, junto al PTS. De hecho, fueron varios. A los Paco Benítez con los que estuve hablando, me refiero. Cosas del multiverso. Para esta columna, hablé con el Paco Benítez politólogo y el Paco Benítez ciudadano. Otro día le tocará el turno al tecnólogo, al visionario y al cinéfilo.
A mí me pasó como a él: cuando escuchamos lo de Montoro, nos sentimos apenados y entristecidos, preocupados y hasta temerosos por nuestra democracia. Los tactistas de izquierdas, sus supuestos estrategas y los hooligans habituales se alegraron y sonrieron alborozados por ver a alguien del PP de nuevo enfangado en la corrupción. Otros, nos echamos las manos a la cabeza. ¡Un nuevo golpe a la cada vez más frágil y vapuleada democracia!
Hay que ser muy miope y cortoplacista, hay que tener muy poco sentido de estado y escaso compromiso democrático para regocijarse pensando que lo de Montoro sirve para reforzar al Gobierno, como si una nueva dosis de corrupción fuera una bolsa de sangre para usar a modo de transfusión en un momento delicado de salud. El tinglado del exministro de Hacienda, de confirmarse, resulta particularmente cancerígeno para nuestro sistema democrático. No debería haber nadie, con un mínimo de decencia, alegrándose por ello.
Que el debate sea ahora el del 'y tú más' sólo da alas a los grupos antisistema, a los partidos populistas que apelan al voto de castigo, a los líderes mesiánicos —y 'espeluchaos'— que van de librepensadores por la vida. Y provoca desafección, claro. La consecuencia directa e inevitable del 'y tú más' en los debates sobre la corrupción es el 'todos son iguales' con que cada vez se zanjan más conversaciones entre amigos y familiares. No se habla de programas, propuestas o ideas. No se discute sobre los servicios públicos y su privatización. Sobre el sistema de pensiones o la vivienda. Todo son dudas y desconfianza, fango y corrupción, insultos y mierda que vuela de un lado para otro sin solución de continuidad. Y esto sólo nos lleva al despeñadero.
Disculpen mi pesimismo existencial. Les prometo que, con Paco Benítez, hablamos de otras muchas cosas, alucinantes todas ellas. Se lo cuento pronto.
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