Entre la percepción y el inframundo
Es tiempo de setas. En otoño, los buenos aficionados a este manjar estamos de enhorabuena, que los bosques bullen de hongos. Y las fruterías, para ... quienes preferimos asegurar el tiro. Comer setas, además de ser una exquisitez gastronómica, puede llevarnos más allá de las puertas de la percepción –¡esos hongos alucinógenos con ácido lisérgico!– o directamente al inframundo, si erramos en la elección.
¿Se acuerdan del comienzo de la película 'Airbag', aquella maravillosa gamberrada de Juanma Bajo Ulloa, con el mismísimo Karlos Arguiñano participando en una memorable sesión de 'tortilla rusa'? Cinco comensales ponían 15 millones de las antiguas pesetas sobre la mesa. Un cocinero con acento francés elaboraba cinco tortillas. Una, con la exquisita Amanita cesarea o yema de huevo; y las otras cuatro con la Amanita phalloides, conocida como cicuta verde y mortal de necesidad. El comensal superviviente se embolsaba los 75 kilos de billetes, además de darse un auténtico homenaje culinario. Y a volar.
Antes de insistir con las setas venenosas, hablemos de un cómic singular y espectacular, recién publicado por Reservoir Books, una de esas editoriales en las que puedes confiar con los ojos cerrados, que todo su catálogo es interesante, curioso y de lo más original. Hablamos de 'Mycelium Wassonii', de Brian Blomerth, a quien hemos tenido la ocasión de escuchar en rueda de prensa cibernética. Es un joven, pero ya veterano dibujante, diseñador y músico de la mítica escena underground neoyorkina, por lo que este lanzamiento tiene mucho de bombazo.
En 'Mycelium Wassonii', su autor cuenta «la vida de Robert Gordon y Valentina Wasson, la pareja que popularizó el consumo de hongos psicodélicos tanto con fines terapéuticos como recreativos». Lo curioso de la historia es que comienza con la luna de miel de un ejecutivo de la banca JP Morgan y una pediatra que, en las montañas Catskill, encuentran setas silvestres. Ella las recoge y las cocina frente al escepticismo del hombre, que teme envenenarse. Pero cuando las prueba, cae rendido antes ellas. Y ambos comienzan a estudiarlas. Se sumergen tanto en el mundo de los hongos que, más allá de lo culinario, entran en su dimensión espiritual, viajando a México para conocer a una chamana que las usa en sus rituales y escribir de todo ello. Ojo al agente de la CIA que se les presenta de improviso, por cierto.
«Usé la técnica de la acuarela para mostrar esa sensación lisérgica en el uso de las setas, con la estética de los dibujos animados que tanto me gustan», explicó Brian, que confiesa con buen humor no haber dibujado nunca bajo los efectos de los hongos.
Y ahora sí. Volvamos a esas setas menos recreativas y más angustiosas. El cineasta francés François Ozon escribió y dirigió en 2024 'Cuando cae el otoño', en la que se cuenta la historia de Michelle, una abuela más fuerte y dura que tierna y adorable, pero que vive en un idílico pueblito de la campiña gala, en plena Borgoña, muy cerca de un bosque por donde le gusta pasear para recoger setas.
Quiere la mala suerte que, cuando la visitan su hija y su nieto con el objetivo de que el pequeño se quede con ella durante las vacaciones escolares, Michelle cocine unas setas que resultan ser tóxicas. ¡Ya es mala pata! ¿O no? Porque, como si de una trama de Hitchcock se tratara, en el más puro estilo Claude Chabrol; la sombra de la duda se cernirá sobre esas pobres setas. Familia, culpa, resentimiento… Una película de lo más estimulante, en (casi) todos los sentidos de la expresión.
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