La persona que se coloca delante justo cuando vas a hacer la foto o se mete en el encuadre de ese evocador paisaje vacío en ... el momento de hacer clic. La persona que pega voces cuando estás disfrutando del rumor del viento, vocea para romper el silencio y grita cuando estás grabando un reel.
La persona de delante con el carrito lleno de compra en el supermercado y la que, en la panadería, se lleva el último suizo justo antes de tu turno. La que, en el buffet del desayuno, acaba con el zumo de naranja natural y, en la máquina del café, se debate entre el capuccino, el latte y el macchiato mientras desesperas por tu enésimo café con leche de toda la vida.
La persona que conduce por la izquierda más despacio que tú. La que ocupa la última mesa libre de la terraza delante de tus narices y coge el IDEAL del mostrador del bar justo antes de que le eches mano. La que pega la hebra con el quiosquero cuando no llevas el importe exacto del periódico, entretiene al camarero antes de que hayas pedido tu caña y le cuenta su vida al cajero del supermercado. ¡Que si quiere bolsa, oiga!
La que pide setenta y cinco tornillos y setenta y cinco arandelas en la ferretería. La que le da a cerrar las puertas del ascensor cuando llegas y la que empuja la del portal aunque te ve venir.
La que se para en mitad de la calle o traza una diagonal imprevista y cruza con el semáforo en rojo mientras va mirando al móvil. La que planta su sombrilla en el último espacio de la primera línea de playa. La que se come la última croqueta del plato y la última sardina de la fuente. La que le guarda el sitio a sus amigos en la cola y el asiento a su familia para el concierto en la plaza. La que se sienta en el único banco a la sombra y mete su coche en la última plaza libre del parking.
Esa gente irritante y molesta que va delante de nosotros y que, más pronto o más tarde, también acabamos siendo usted y yo.
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