Michelin, raíces y tradición
Llevo 24 horas viviendo en las estrellas. En las Michelin. Y en las nubes. Al menos, en una nube muy especial, mullida y placentera. Porque ... lo de Faralá, aunque estaba en ciertas quinielas, ha sido algo inesperado. Me lo decía el propio Antonio Outeda, su fundador y dueño, durante la gala: «aunque he visto a Cristina con la chaquetilla, todavía no me lo creo». Las jóvenes, pero sobradamente preparadas (guiño viejuno) Cristina Jiménez, chef y Lidia Outeda, sumiller; son las dos mujeres que se han traído para Granada capital la primera estrella Michelin en muchos años. ¡Toma ya!
Llevo leyendo, escribiendo, hablando y comentando las estrellas desde el martes noche y, a estas alturas, creo que me podrían hacer un hueco en el mismísimo Instituto de Astrofísica de Andalucía, que no se me caen de la boca.
Me encanta que la guía francesa, la Biblia de la gastronomía mundial, destaque de Faralá, para empezar, su programación de flamenco en vivo y su ubicación en el casco antiguo de la ciudad. Y la cocina, claro: «Centra su propuesta en la actualización del recetario tradicional granadino». Ojocuidao con eso. Y no me digan que no es para flipar que Michelin referencie las únicas e inimitables salaíllas, aunque las escriban con 'd'. Y los guisantes de Huétor, la carne de cordero segureño o el caviar ecológico de Riofrío. ¡Olé!
Les pongo unas notas de otra reseña de Michelin. En este caso se trata del magnífico Albidaya, al que han concedido el Bib Gourmand que reconoce una buena relación calidad-precio. «¿Te apetece una fusión de los sabores andaluces con los propios de la gastronomía árabe?… Platos actuales y autóctonos que denotan interesantes influencias de la cocina marroquí». Se puede decir más alto, ¿pero más claro?
¿Saben lo que no van a encontrar en la Guía? Ni una sola referencia a cualquiera de esos fastuosos cármenes o restaurantes mirador del Albaicín con vistas a la Alhambra. Y es algo que me fastidia sobremanera. ¡Qué desperdicio! Y qué pena. Es un tema al que habría que darle una vuelta. Y hasta dos. Lo dejo ahí, de momento. ¿Y qué me dicen de la estrella fugaz de La Finca, en La Bobadilla? Se 'mudaron' a Málaga, cambiando de código postal, y no han tardado ni un año en perder el 'macaron' de Michelin, con el trabajazo tan apegado al terruño, y tan exitoso, que hizo el equipo anterior.
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