Meterle mano a la EASP

¿De quién fue la idea de meterle mano a la Escuela Andaluza de Salud Pública y empezar a manosearla para hacerla encajar en un neonato Instituto de Salud de Andalucía que el gobierno andaluz del PP se sacó de la manga?

Como nos hemos acostumbrado a la mayoría absoluta de Juanma Moreno el Milagrero, que no se le cae la palabra de la boca al hablar de las aguas; lo mismo no nos acordamos de aquellas inconcretas y difusas propuestas de racionalización del sector público de las que vienen estos lodos. Cada vez que se ha planteado en la práctica, menudo follón.

Del prestigio nacional e internacional de la EASP, de su trabajo, logros y reconocimientos, no duda nadie. La sede, ya lo saben, está en Granada. Todo bien. Hasta que llegó algún cerebro y decidió que para racionalizar, lo suyo era crear ese nuevo Instituto de Salud de Andalucía que fusionara 'nuestra' Escuela y la Fundación Progreso y Salud. Que no iba a costar ni un euro a los andaluces, prometió el portavoz andaluz.

¡Acabáramos! Si cuesta un euro, ¿cómo se explica la racionalización? El caso es que ayer leíamos en IDEAL una información de Laura Velasco de lo más preocupante: «La OMS dejará de colaborar con la Escuela de Salud si se diluye en otro ente». ¡Toma del frasco con la racionalización!

La Junta de Andalucía dice que no. Que eso no pasará. Que está «manteniendo contactos con representantes de la Organización Mundial de la Salud para preparar la reasignación del centro colaborador de la EASP al ISA y que la OMS tiene el compromiso de agilizar los trámites burocráticos para la reasignación en virtud de la trayectoria de trabajo de la EASP con la institución».

Esto lo diseña Kafka y no le sale mejor. ¿Nos explica alguna autoridad, más o menos (in)competente, dónde se encuentra la joía racionalización en este sindiós? En serio: si la cosa funciona, —¡y funciona!— déjenla estar. En beneficio de todos, sean racionales, vayamos a pollillas.