Lista y con sentido

¿Tendrá Granada, por fin, un ministro en el Gobierno, por cierto? Vale, vale. No adelantemos acontecimientos. Quedémonos en los preliminares. ¿Se imaginan que Feijóo hubiera puesto por delante de Rojas a Elías Bendodo? ¿O a la mismísima Esperanza Aguirre, a la que hubiese decidido recuperar para la causa política en plan Cid Campeador, que dirían los jóvenes y jóvenas que estos días hacen la PEvAU?

Miren lo de Pedro Honrubia, el más activista que activo congresista podemita por nuestra provincia, al que Sumar le ha hecho un 'si te he visto no me acuerdo' de manual, mandando a una paracaidista de la Andalucía Occidental para que se sobrevuele los riscos de Sierra Nevada. Veremos si no termina estrellándose de forma aparatosa y tiene que ir el SEREIM a rescatarla.

En Granada capital, la ya exconcejala socialista Sandra Rodríguez ha dimitido en protesta por el nombramiento de Carmen Calvo como número 1 para el Congreso de los Diputados, al considerarla nociva y perjudicial para el movimiento trans. Otro frente más que se le abre al PSOE. La abuela, de parto.

Y por si fuera poco, el Gobierno de Sánchez va a tramitar de forma urgente el real decreto para que la sede de la Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial se sitúe definitivamente en La Coruña. ¡Viva la política de tierra quemada! Da lo mismo que Nadia Calviño, la conseguidora galleguiña y vicepresidenta económica del Gobierno, ni siquiera se presente a las elecciones. Con las cosas de casa no se juega. Sostenella y no enmendalla.

A todo esto, ¿seguirá siendo el diputado y candidato socialista granadino José Antonio Rodríguez Salas el encargado de defender semejante desafuero? Sería digno de verse. Y escucharse.

Con todos estos inauditos movimientos, se le está quedando al PP un panorama de lo más plácido para arrasar en nuestra provincia, más allá de la abstención. Si PSOE y Sumar quieren despertar algo parecido a la ilusión por estos lares, deberían dejar de pegarse tiros en el pie. Les queda, eso sí, el discurso económico y social, de lo que (casi) nadie habla por el momento; y la alerta antifascista, reactivada tras el bochornoso pacto de gobierno en la Comunidad Valenciana. Pero dudo mucho que sea suficiente. Es que ni para empezar.