El inexistente museo de Granada

Empezaba por descartar —o no— lo que en los últimos años era un secreto a voces: el interés en llevarlo al muy céntrico Convento de la Merced, sede del Madoc. La de veces que, hablando con diferentes políticos, bajaban la voz y miraban a ambos lados antes de susurrarlo con tono misterioso. Que era su objetivo, su proyecto, su particular objeto del deseo, no sé si entre lo húmedo y lo oscuro.

Pero lo mejor venía a continuación: que se baraja el Banco de España, en la mismísima Gran Vía. Fue leerlo y salir pitando al Covirán a comprar una bolsa de magdalenas para mojar en el café con leche y marcarme un Proust de libro. ¿De qué me sonaría la conjunción entre Banco de España y Museo de la Ciudad?

Fue una de aquellas polémicas estériles a las que tan acostumbrados estamos en Granada. Fue estéril porque nos salió rana a la ciudadanía. El entonces alcalde, se acordarán ustedes, era José Torres Hurtado. Y ya propuso que el cacareado, ansiado y nunca conseguido Museo de Granada se instalara en el recién desalojado edificio del Banco de España en la Gran Vía. Hablamos del año 2008 y lo hacemos en mayúsculas, siempre en mayúsculas, que hacen más bonito.

Pero la Junta de Andalucía, gobernada entonces por el Partido Socialista, se negó en redondo. Y en cuadrado. Hasta en triangular. Para los socialistas era im-pres-cin-di-ble que allí se radicaran los fiscales granadinos. Era im-pres-cin-di-ble porque la Junta pensaba instalar allí, además, toda una flamante Escuela de Fiscales de Andalucía.

Y ya se sabe que, para la gente togada, el centro urbano es im-pres-cin-di-ble… aunque ahora se vayan a ir al 'cubo', situado al otro lado del río Genilsisipi.

¿Será por eso que vuelve en runrún del Banco de España como Museo de la Ciudad? O… ¡esperen, esperen! Lo mismo se trata de otro Banco de España y me estoy haciendo la picha un lío.

Sí, sí. Va a ser eso. Porque sería extraño que en una ciudad tan resolutiva como Granada volvamos al mismo punto de partida dieciséis años después.