España en llamas
El lunes por la noche antes de dormir me guasapeé con dos amigos. Uno vive en Tres Cantos y no sabía si estaría allí o ... de vacaciones. Estaba. Y me dijo que vio el comienzo del incendio al salir del gimnasio, pero que el viento arrastró las llamas en dirección contraria a su casa. En ese sentido, bien. En todos los demás… Un hombre agonizaba en esos momentos, con el 98% de su cuerpo quemado. Murió a la mañana siguiente. El fuego le sorprendió tratando de salvar a unos caballos.
Otro amigo estaba por Cádiz. Me mandó una foto de los incendios de Tarifa, a lo lejos. Ayer por la mañana, sin embargo, otro foco sí le pilló cerca. Me dijo que fue provocado por un zumbao que dormía en la playa. A base de cubos de agua consiguieron controlarlo hasta que llegaron los bomberos.
¿Y qué decir de Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco? Y Ourense, y a saber qué otras partes de España habrán empezado a arder en las últimas horas.
Rabia, impotencia e indignación. Por la falta de prevención. Por la desidia y el abandono del monte y del campo por las administraciones y también por los dueños de las fincas particulares, que no hacen nada por tenerlas en un estado ni medio decente.
Y en mitad de tanto incendio forestal, ardió la Mezquita de Córdoba. Qué pavor, esas imágenes. ¿Soy yo o está habiendo una cierta complacencia con el tema, como si tampoco hubiera sido para tanto, como si en realidad no hubiese sido tan grave? ¡Que ardió la Mezquita, joder! Que la consejera de Cultura de la Junta hable de «gestión excelente» del Cabildo Catedral cuando el monumento se estuvo quemando es, como mínimo, aventurado. Que sí. Que los bomberos consiguieron sofocar las llamas y evitar una tragedia, pero que habrá que saber cómo y por qué comenzó el incendio antes de hacer valoraciones tan obsequiosas.
Y luego está el bochornoso espectáculo de políticos arrojándose incendios, descansos, comidas, farras, comparecencias e incomparecencias a la cara, tratando de sacar rédito político de las múltiples tragedias. Lo que se lleva, ahora, es estar al pie del cañón —o simularlo— para afearles a los rivales que ellos no lo estén, bombardeando el ciberespacio con insultos, menosprecios y descalificaciones. ¿Ven como era necesario que ciertos políticos descansaran y desaparecieran en agosto? Pues no hay manera, oigan.
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