Escribir de comer da hambre
Este puente, como todos los puentes, Graná está petá. Y a mí, como ya es tradición, el Puente de la Inmaculada Constitución me pilla entre ... las manos con lo que antes era el Anuario gastronómico de IDEAL, que este año estamos reconvirtiendo en una Guía.
Es irónico, la 'panzá' escribir de comer y beber que me estoy pegando y lo poco que lo practico estos días. Después del empacho de las semanas anteriores, ahora estoy enclaustrado, casi en arresto domiciliario, volcado en mi escritorio, que podríamos redefinir como teclatorio. ¡Eso que me ahorro en aglomeraciones provocadas por este fin de semana largo trufado de luces de la Navidad! Y en colas y esperas. Algo bueno tenía que tener no tener puente.
Me lo estoy pasando chachi con esto de la Guía gastronómica, también se lo digo. Que es duro, ojo, que la cosa se nos ha ido de las manos, para variar; pero es curioso, también, repasar decenas y decenas de comidas, cenas, desayunos, tapas, raciones, birras, vinos, postres, dulces, tartas, bocadillos, combinados y pasteles.
Porque este año cambiamos la austeridad del Anuario, más frío y analítico, por el calor de la memoria gustativa y el recuerdo más experiencial en forma de Guía. Que tantas horas 'embarrados' en bares, bodegas y tabernas y tantos platos compartidos en mesa, con o sin mantel, vayan a tener su colofón en una publicación es algo que me hace particular ilusión. Y luego están los sitios por venir: le dedicamos un capítulo especial, 'El último grito', a las aperturas más recientes, a los proyectos más ilusionantes, a las más altas expectativas. Porque además de la experiencia palatal y el recuerdo, en esta Guía tienen cabida el deseo, los planes y la espera.
Un año más, echo de menos haberme movido más por nuestra provincia, con perdón por la cacofonía. Y por nuestras provincias hermanas, Jaén y Almería. No lo voy a consultar, pero juraría que era uno de mis propósitos para 2025 y aquí me tienen, renovando los votos para el próximo año, en el que ya verán ustedes como esta vez sí que sí.
Lo peor que tiene escribir una Guía Gastronómica como ésta, les confieso, es lo obligatoriamente injusto de la toma de decisiones entre lo que entra, con mayor o menor espacio, y lo que se queda fuera o sólo aparece de forma testimonial. ¡Nadie dijo que fuera fácil!
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