Un día sin escándalos
Lo que sería noticia, pero noticia de verdad, sería un día en que no saltaran escándalos protagonizados por políticos y en el que no hubiera ... acusaciones, detenciones y/o dimisiones. ¿Se imaginan? A mí me cuesta. Y miren que cada vez me gusta más la ciencia ficción, pero es que ni por esas. Habría que echarle hondonadas de imaginación a la cosa…
Escribo estas líneas a eso de las seis de la tarde y en la web de IDEAL conviven los siguientes titulares: «Detenidos Leire Díez y el expresidente de la SEPI en una nueva causa sobre contratos amañados». «Revuelo político en Maracena por la investigación a la exalcaldesa». «El PSOE confirma la denuncia de acoso sexual contra el presidente de la diputación de Lugo». «El alcalde de Algeciras renuncia a su militancia en el PP tras una denuncia por acoso sexual y malversación». «El equipo de gobierno de Baza niega haber llamado «hija de puta» a la concejala Lidia Sánchez». «El Supremo manda al banquillo a Ábalos y Koldo por el caso de las mascarillas».
Y otro que no va en el mismo sentido, pero que también duele: «Nuevo cruce de acusaciones entre PSOE y PP por la crisis de la Policía Local en Granada».
En serio: ¿qué les dan? Mi pregunta es: ¿llegan ya así a los partidos o es su estructura la que provoca estos monstruos? Corrupción, acoso y abuso sexual, insultos e improperios… ¡Foh!
Y luego, que si la juventud patatín y que si la juventud patatán. ¿Pero se oyen y se ven ellos a sí mismos y a sus colegas y compañeros en el supuesto desempeño de sus funciones?
Lo sé, lo sé. Estoy bordeando la cuestión de la antipolítica y del antisistemismo. Pero es que los otros, esos a quienes se les llena la boca hablando de regeneración y tal y tal, en cuanto se aúpan ahí arriba empiezan a cojear de la misma pierna.
Y luego, permítanme que insista, que si la abstención, que si la desafección y todas esas 'preocupaciones' que asaltan a los partidos cuando se publican las encuestas electorales y, peor aún, cuando se recuentan los sufragios. ¿Se imaginan tener que ir a votar frente a un panorama así? Complicaíllo acudir al colegio electoral sin una pinza en la nariz o, ¿peor aún?, sin la íntima convicción del «se van a esterar ésos» a la hora de elegir la papeleta.
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