De culpas y burocracia
Jesús Lens
Miércoles, 4 de octubre 2023, 23:38
Sigo conmocionado por lo de Murcia. Como hace unos meses con el incendio en un restaurante de Madrid que provocó tres muertos. Salir a disfrutar ... de una copa, un baile o una cena a cualquier local de nuestro entorno y terminar en la morgue, abrasado, es algo que no tiene sentido en un país como España, donde se supone que las cosas funcionan. O deberían funcionar.
Leo escandalizado todo lo que va saliendo a la luz sobre las licencias inexistentes y las órdenes de cierre sin ejecutar en las salas de fiesta incendiadas en Murcia y me hierve la sangre. Qué cúmulo de desidia y dejadez burocráticas por un lado y de sinvergonzonería y mangoneo empresarial por otro. Insisto: se supone que vivimos en un país serio donde todo eso no podría, no debería ocurrir.
No me quiero imaginar, el lunes, la que se tuvo que liar en todos los ayuntamientos de nuestro país cuyas ciudades y pueblos tengan pubs, discotecas, salas de fiesta, etc. ¿Cuántas licencias sin tramitar habrán aparecido acumulando polvo, arrumbadas en una mesa, esperando turno? ¿Cuántas órdenes de cierre sin ejecutar? ¿Cuántas inspecciones pendientes de realizar?
Lo de Murcia ha sido una tragedia de tal calibre que debería suponer un antes y un después para un sector que no puede vivir en la alegalidad. Máxime en un país que puede 'presumir' de tener administraciones a gogó y funcionarios a 'punta pala'.
Ahora todo el mundo habla de depurar responsabilidades. Qué pena que no se hubieran preocupado de hacerlo antes. En Granada, por ejemplo agentes de la policía local de Medio Ambiente y GOAD «están realizando dispositivos conjuntos para controlar diferentes establecimientos de ocio en la ciudad», según anunciaron esta semana en las redes sociales.
En concreto, el viernes pasado inspeccionaron un total de ocho establecimientos en la zona de Pedro Antonio de Alarcón y resultó que en todos encontraron deficiencias. Cinco de ellos no pudieron presentar seguro de responsabilidad civil y otros dos carecían de licencia. ¡Toma del frasco! La pregunta es: ¿en qué terminan quedando estas actuaciones?
Y si hablamos de indignación, asco y náuseas, disculpen que termine con esa basura humana detenida por la Policía por haber violado a su bebé, además de ofrecerlo a otros pederestas para que abusaran de él. No creo en la pena de muerte, pero en un caso como este, no dudaría en mirar para otro lado.
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