Cuesta era un fraude
No. No tengo ni pícara idea de quién es, qué hace ni por qué. Permítanme que saque pecho. Del tal Frank Cuesta no sé absolutamente ... nada. Y a mucha honra. Me enorgullezco de ello y hoy puedo presumir de esa ignorancia, algo que jamás pensé que podría suceder. A presumir de no saber, me refiero.
A ver, que tampoco me quiero poner demasiado estupendo. Sé que existe un fulano llamado Frank Cuesta e infiero que será el mismo que antes se hacía llamar Frank de la Jungla. Sé que supuestamente trabajaba con animales y que tuvo un follón de tres pares con la que era su mujer. O su pareja. O lo que fuera.
Todo eso lo sé, por cierto, porque lo he leído en titulares de la prensa 'seria', que jamás he visto un programa de televisión, un vídeo, un 'reel' o lo que sea que hace, o hacía, el tal Frank. Y eso dice bastante poco de esa prensa, por cierto.
Leo que el fulano en cuestión ha confesado ser un fraude, no tener ni repajolera idea de animales y, a pesar de todo eso, haber engañado a todo bicho viviente. A todo bicho viviente que se haya dejado engañar, claro. ¡Ah! ¡Y que tampoco tiene cáncer! ¡Que se lo inventó! ¿Ven? De una tacada me entero de su dolencia imaginaria y de su desmentido. Eso que me he ahorrado. ¡Ojo, ahora que lo pienso! Que lo mismo todo esto es parte del 'show' que se tiene montado el tío y aquí estoy yo, como un pardillo, dándole pábulo. Pero como toda la prensa seria, insisto, está hablando de ello, pues me hago eco. ¿Ha estafado a la peña, por cierto, o solo ha robado su atención, haciéndole perder el tiempo? Ahora me corroe la curiosidad…
Me interesa mucho, sobre todo, el papel de esas personas –¿o serán algoritmos?– que han decidido que había que darle cancha y cobertura a un individuo así en los medios de comunicación. Les confieso que, adicto como soy a la prensa de papel, cuando me encuentro páginas dedicadas a este tipo de gente, me siento estafado.
Darle difusión a la 'Corte de los Milagros' virtual del siglo XXI no solo desprestigia a los medios, sino que contribuye a anudar la soga con la que pueden terminar ahorcados. Todo el espacio y el tiempo que se le dedica solo sirve para alimentar al enemigo.
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