Entre cañas y broncas

Estaba loco por el aterrizaje catódico del pasado lunes, sobre todo, para ver si dejaban de darnos la murga los unos y los otros con un asunto que parecía haberse convertido en cuestión de estado. La polarización escalaba al prime time televisivo y optar por Motos o Broncano era tan ideológicamente definitorio como votar a Feijóo o a Sánchez. ¡Para lo que hemos quedado!

Pero como uno es un ser esencialmente contradictorio, les confieso que el lunes vi el estreno del programa de marras. Ya saben que no creo en la casualidad, pero quiso el azar que me sentara frente a la tele justo a las 21.36. Iba a buscar una película en Filmin cuando caí en la cuenta de que apenas faltaban cinco minutos para el ansiado momento.

Por un momento me planteé pasar del tema, pero estando las espadas catódicas en todo lo alto, pensé que si no tomaba partido me iba a sentir un equidistante televisivo. Un 'ni machista ni feminista'. Un 'ni de izquierdas ni de derechas'. Un 'ni de prosa ni de verso'. Y piqué.

No creo haber visto jamás un programa completo de 'La Resistencia'. Como tanta otra gente, miraba cortes en las redes sociales, entrevistas concretas y poco más. Lo mismo con 'El intermedio', 'El hormiguero' y demás talk shows. Sin embargo, picado por el morbo, me tragué íntegramente la primera Revuelta. Me reí mucho con el desmadrado, deslenguado y desprejuiciado arranque, me aburrí soberanamente con los segmentos del y la humorista y me impresionó la entrevista a Aitor Francesena, el campeón del mundo de surf adaptado que, ciego como se quedó hace años, sigue cogiendo olas y disfrutando del mar con auténtica pasión.

Dicho lo cuál, ya no más. Volveré a mis plataformas, series y películas… siempre que no esté tirado en las calles, claro. O viendo o jugando al baloncesto. Que me siguen tirando más un bar, unas cañas y unas canastas que cualquier duelo catódico, lo pague o no la parte alícuota de mis impuestos.