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Ayer me pasé el día entero en Otura gracias a mi gran amigo José Miguel Magín. Me invitó a ser jurado en la VI Feria ... de la Tapa Suspiro del Moro de la localidad, llegamos allí antes del mediodía y, si no fuera porque tenía que escribir estas líneas, lo mismo seguiríamos en la taberna Camino de Santiago al borde de la medianoche.
De la parte gastronómica, excelente, y del certamen culinario, en el que han participado diez de los catorce establecimientos de hostelería otureños, les hablaré en otro momento. Ahora me quiero centrar en la figura de su alcalde, Nazario Montes.
Vaya por delante que Nazario y yo nos conocemos desde el 'año la polca', que éramos compañeros de trabajo en nuestra vida anterior. Pero tampoco es que fuéramos particularmente amigos, ojo. Nazario se presentó a alcalde de Otura hará 10 años, desbancando a un PP que había hecho una gestión cuestionable, por no decir ruinosa, del ayuntamiento. En las dos siguientes convocatorias electorales ha renovado su mandato de forma holgada. Por algo será.
Por ejemplo, por el maratón que se marcó ayer domingo, que ya me tenía hasta nervioso, sin sentarse un momento. Como les decía, recorrimos 10 bares, kioscos y tabernas de la localidad. A todos ellos nos acompañó el alcalde, aprovechando para saludar a las unas y los otros, a los de aquí y las de allá. Digo saludar, pero me quedo corto. Nazario preguntaba, se interesaba, prestaba atención y escuchaba. Del verbo escuchar. Es-cu-char. Que va más allá del oír.
A la mayoría de los políticos, lo que les gusta es hablar. Soltar su rollo. Darle al pico. Vender su acción de gobierno. O lo que sea. Venderse. Eso siempre. Y escucharse. ¡Lo que les gusta escucharse a sí mismos y recibir palmaditas en la espalda, loas y parabienes! Yo, me, mí, conmigo. De oído, sin embargo, van mucho peor. Poco a poco, rato a rato, le fui sacando cosillas a Nazario que me hicieron entender el porqué de sus mayorías absolutas. Adelantarse a los acontecimientos. Explicar. Ser transparente en la gestión, aunque suponga incrementar determinadas tasas y tributos. Juntarse con la gente. Y escuchar. Pero esto ya lo he dicho, ¿verdad?
Esta semana también estuve en Peligros, cuya Feria del Libro es modélica. Su alcalde, Roberto García, que lleva mandatos legislaturas en el cargo, mantuvo una apasionante conversación con Alejandro Pedregosa. ¡Y qué maravilla, oigan! Así, el municipalismo da gusto.
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