¡Todavía es agosto, oiga!

Buena parte de la culpa, ya lo saben ustedes, ha sido de Pedro Sánchez y su convocatoria electoral. Con las elecciones de julio se atrasó lo indecible el comienzo del verano. ¡Ojo! Hablamos del estío como actitud mental propicia para el desparrame y el despendole, para la vagancia, la dejadez y el abandono. Pero lo peor es que los trámites y las negociaciones para la conformación del gobierno nos han deparado un agosto demasiado intensito.

Cómo será la cosa que ni las vacaciones del Presidente han levantado apenas polvareda. A algunos les molestó que se fuera a Marrakech en plena ola de calor, pero si con ese sacrificio no ha conseguido ganarse de nuevo y por completo a Mohamed VI, yo ya no sé.

Lo de la princesa Leonor ingresando en la Academia Militar también ha tenido su aquel. Advertencia: ahora vienen un par de comentarios viejunos de la serie 'Antes, todo esto era campo'. Hasta no hace mucho tiempo, el principio del fin de agosto lo marcaba El Corte Inglés con su campaña preventiva dedicada a la vuelta al cole. Ahora, no ha terminado el mes y ya tenemos a las dos hijas de los Sus Majestades estudiando aplicadamente, una en Zaragoza y la otra en Gales. ¡Hasta el Covirán ha convocado sus pruebas de selección para la cantera baloncestística esta semana!

¿Y qué me dicen del fútbol? Eso sí es inadmisible. En mis tiempos, torneos de verano como el Ramón de Carranza, Teresa Herrera, Santiago Bernabéu o Joan Gamper le daban vidilla a la galvana de agosto. Ahora te despistas y ya se ha jugado el primer cuarto de la Liga antes del primer mes con 'r' de la nueva temporada. ¡Qué exageración!

Lo siento, pero para mí, hoy todavía es agosto. Y mañana. ¡Hasta el lunes! No respondo mails, apenas miro el guasap, dejo el móvil sonar y paso de todo tipo de compromisos y obligaciones. Del mar, el bañador, el gazpacho, las sardinas y los pies negros, descalzos y quemados; no me arranca ni Elvis Costello en el Generalife. Que ya me da coraje perdérmelo, pero como en el rebalaje, en ningún sitio.