Woke
Tenemos constantes ejemplos de cómo la ideología 'woke' utiliza o construye a figuras mediáticas para sus propios intereses.
Javier Pereda Pereda
Jueves, 14 de diciembre 2023, 23:41
La ideología 'woke' continúa con su incesante batalla cultural en la sociedad. Se puede definir como 'despertar' y estar 'alerta' en distintos frentes: la injusticia ... social, el racismo, el feminismo, el multiculturalismo, el ecologismo, la ideología de género o el aborto. Con una marcada tendencia de izquierdas, se caracteriza por el supremacismo moral de repartir carnets de ultras a todos los adversarios ideológicos. Imponen sus ideas progresistas, hasta aplicar una política de la cancelación a quienes no se ajustan a su corrección política. Su totalitaria manipulación goebbelsiana vulnera la libertad de expresión, poniendo a su servicio un potente entramado económico y mediático. Como intenta trastocar el relato fáctico, para acomodarlo a sus intereses ideológicos, sus proclamas las presentan con apariencias de verdad.
Tenemos constantes ejemplos de cómo la ideología 'woke' utiliza o construye a figuras mediáticas para sus propios intereses. Así sorprende que el rotativo británico 'Financial Times' considere a Jenni Hermoso una de las 25 mujeres más influyentes de 2023. Se trata de uno de los muchos casos paradigmáticos de cómo la ideología feminista visualiza y utiliza este caso mediático para la defensa de sus postulados. Esta futbolista ha aceptado el protagonismo, influencia y dinero que le ofrece el feminismo para constituirse en icono mediático contra el machismo exacerbado. En sus primeras declaraciones, después del irrespetuoso 'piquito' de Rubiales, se manifestó con sinceridad al darle relativa importancia al asunto. Pero la ideología 'woke' no podía dejar pasar la oportunidad para utilizar a esta campeona del mundo de fútbol como estandarte feminista. Por lo que, en horas veinticuatro, cambió de orientación su declaración, al objeto de judicializar una celebración deportiva mundial como delito sexual, y la FIFA suspendió al presidente de la Federación.
Cualquier jurista conoce el corto recorrido de esa denuncia, pero hasta que sea firme la sentencia, pasará tanto tiempo, que la condena social en el juicio paralelo ya ha alcanzado su objetivo. Las otras dos anécdotas surgen en el Congreso de los Diputados, cuando hace un mes, desde la tribuna de oradores, el presidente del Gobierno, Sánchez, difamó a Isabel Díaz Ayuso. Le acusó falsamente junto a su familia de corrupción, pese a conocer que la Justicia les había absuelto del presunto delito. Ante las invectivas calumniosas las cámaras de televisión enfocaron a la castiza presidenta madrileña que desde la tribuna de invitados espetaba con nitidez: '¡Hijo de puta!'. Luego, con su chulapería madrileña consiguió hacer viral lo que se ha convertido en un lema, pues lo adornó con el: '¡Me gusta la fruta!'. Y explicaba con su gracejo desternillante que cuando la oposición socialista madrileña le insultaba en la Asamblea como 'mongola', ella entendía 'me mola'; y cuando la piropeaban de 'facha', ella quería oír 'qué pacha'.
La siguiente anécdota, en esta polarización social ante la inaudita y corrupta ley de amnistía socialista, la protagonizó este martes pasado el líder Abascal en el Congreso, al comenzar su intervención con una foto-montaje de las Juventudes Socialistas guillotinando a Rajoy. Así pretendía defenderse ante el resto de los 217 diputados, de sus manifestaciones en la investidura de Javier Milei en Buenos Aires; allí utilizó la metáfora de que «habrá un momento que el pueblo querrá colgar de los pies a Pedro Sánchez», en alusión al final de Mussolini. Esto ha provocado grandes alharacas y rasgaduras de vestiduras al modo hipócrita farisaico, caracterizado por la doble vara de medir.
Esta alegoría, más o menos fina, acertada o no, dentro del derecho a la libertad de expresión, resulta evidente que no constituye un delito de odio, pese a la performance de denunciar a la oposición ante la Fiscalía, que sabemos de quién depende. Nada ocurrió cuando la comunista Yolanda Díaz lamentaba «Que no se hubiese cortado la cabeza o guillotinado a un rey»; o la socialista Magdalena Álvarez le deseaba a Esperanza Aguirre que sólo podía estar en la T-4 «colgada de la catenaria». Pero forma parte de la corrección política de la ideología 'woke' que la socia de Sánchez, la independentista de Junts, Miriam Nogueras, la que mantienen reuniones en Ginebra con el verificador salvadoreño Galindo, se sienta impune, pese a señalar de «indecentes» y amenazar con comisiones de investigación a magistrados como Marchena, Llarena, Lamela, Espejel y Lesmes. Y es que como predijo Agustín de Hipona: «Un Estado sin Justicia sería una banda de ladrones».
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