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Procesión en la capital Ideal
Opinión

Dueñísima

Parece innegable es la inconmovible manifestación de fe de los ciudadanos de Jaén hacia su Madre

Javier Pereda Pereda

JAÉN

Jueves, 13 de junio 2024, 22:59

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Al atardecer del martes volvimos a rememorar que en 1430 la Virgen María descendió a la ciudad de Jaén. Para algunos, como el sacerdote e ... historiador cántabro José Martínez de Mazas (1732-1805), conocido como el 'deán Mazas', entendía que el 'Descenso' de la Madre de Dios a nuestra ciudad era considerado una leyenda. Sin embargo, para la mayoría esta tradición multisecular tiene su fundamento en la información testifical recogida en un acta notarial que se levantó dos días después de la noche del 10 al 11 de junio. Era por entonces obispo de esta diócesis don Gonzalo Zúñiga. El vicario general y juez eclesiástico, don Juan Rodríguez de Villalpando, estaba legitimado para otorgar la fe notarial que reflejó en el pergamino original que se conserva en los archivos de la parroquia de San Ildefonso, junto con el testimonio de los testigos oculares de este acontecimiento sublime. El resumen de la declaración armonizada de los testigos relata el recorrido desde la Catedral hasta San Ildefonso, donde 'la Dueña', vestida de blanco y con un Niño muy hermoso en su brazo derecho, se sentó en un trono de plata. Hoy queda representado en el mosaico situado en 'la Reja'. Pese a que era medianoche, el resplandor y luz que desprendía la Señora y el Niño eran tan intensos que parecía que fuera mediodía. Un gran cortejo procesional con blancas vestiduras acompañaba delante y detrás a la Dueña, como se denomina a la Virgen María en este documento. Una testigo identificó a la Dueña como la imagen representada en una capilla de San Ildefonso, de donde toma su advocación. La tradición ha interpretado que el sacerdote situado a la derecha a la Señora pudiera ser san Ildefonso, y la mujer a su izquierda podría ser santa Catalina de Alejandría, copatrona de la capital del Santo Reino. Por eso, nunca me ha parecido una coincidencia que el gran artífice de la Catedral de Jaén, Andrés de Vandelvira, quisiera ser enterrado setenta y cinco años después del acontecimiento del Descenso en la parroquia de San Ildefonso, en lugar de en la joya del Renacimiento.

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