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Alonso y Rosa Mari. IDEAL
Ad Líbitum

Alonso

El compromiso social y cristiano le espolearon a no limitarse a dar a cada uno lo suyo, sino a excederse con generosidad en la práctica de la caridad.

JAVIER PEREDA PEREDA

JAÉN

Viernes, 4 de agosto 2023, 11:02

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El pasado lunes despedíamos a Ildefonso Serrano-Gámez en la Basílica de San Ildefonso, lugar que frecuentaba para rezar a la Virgen de la Capilla. ... La Misa funeral, cargada de emoción y de recuerdos, fue una verdadera fiesta espiritual. Las lágrimas que surcaban las mejillas de su mujer, Rosa María, sus hijos, nietos, familiares y amigos eran de alegría, porque pensábamos que la gracia había forjado en él un católico bueno y fiel. Después de la conmovedora ceremonia le pregunté a otro empresario amigo suyo, Juan Molina Rueda, que definiera en pocas palabras a Alonso. De inmediato —no tuvo que tomarse tiempo— contestó: amor, corazón, grandeza de espíritu, generosidad. Existe un sentir unánime entre quienes lo conocimos de que este galduriense tenía un gran corazón —luchó siempre para que su medida fuera el Corazón de Jesucristo—, solícito para compadecerse y ayudar a los demás. Sin dejarme llevar por el apasionamiento de la amistad, al reflexionar sobre su vida, confirmo la sensación de haber tratado con «un santo de la puerta de al lado». Tal vez alguien piense que los santos son personas tan elevadas sobre el mundo que resultan imposibles de imitar.

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