
Alianzas
La paz, un bien deseable, debe alcanzarse de la forma más justa posible.
Javier Pereda Pereda
Jaén
Jueves, 20 de febrero 2025, 23:21
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Javier Pereda Pereda
Jaén
Jueves, 20 de febrero 2025, 23:21
Con la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, se ha producido un cambio de alianzas geopolíticas y estratégicas a nivel global. En ... la Conferencia de Seguridad de Múnich, el vicepresidente J.D. Vance ha sacado los colores a la Unión Europea, por la falta de libertad de expresión, la inmigración masiva o el escaso compromiso presupuestario en defensa. Llegó a afirmar que la principal preocupación de la primera potencia mundial no es Rusia ni China, sino la renuncia de Europa a los principios occidentales que la caracterizan. Tras esta declaración de intenciones, la Administración estadounidense ha iniciado en Riad, capital del Reino de Arabía Saudita, negociaciones directas con representantes de Rusia, sobre los términos de la paz en Ucrania. El presidente norteamericano está cumpliendo su promesa electoral de poner fin a la guerra entre Israel y Hamás en Gaza, así como al conflicto entre Rusia y Ucrania, un mes después de su elección. Surgen críticas por la intervención de Estados Unidos en el escenario internacional, para detener la guerra ruso-ucraniana, que tras tres años ha causado más de un millón de muertos.
La paz, un bien deseable, debe alcanzarse de la forma más justa posible. Y no lo parece, o al menos no se ha justificado, con el reparto que se pretende imponer, sin la presencia en las negociaciones de Ucrania y de la Unión Europea, quienes algo tendrán que decir al respecto. La motivación que ha esgrimido el sheriff Trump, sí que lesiona los valores de Occidente, la verdad y la libertad. Tildar de dictador al presidente ucraniano Zelenski, en aras de blanquear al autócrata Putin —cuando es al revés—, representa un atentado contra la razón. Los representantes europeos se han visto obligados a escenificar un postureo vacío, y en las dos reuniones que han tenido en París, se ha comprobado que Europa no está ni se le espera; lamentablemente, está muerta. Macron ha reunidos a los líderes europeos en dos sesiones en París, pero el prestigio se consigue con hechos, no con declaración de intenciones. Cuando la burocracia europea está más pendiente de sus egoístas cuitas personales, no han destinado el gasto necesario para defender a Ucrania, empezando por España. La hipocresía euroescéptica alcanza cotas elevadas, porque compran más de la mitad de la producción de gas a Rusia, pero proclaman apoyar a Ucrania. Ante semejante fariseísmo se rasgan las vestiduras cuando el Tío Sam se ha cansado de cuidar al rebaño de ovejas. Han tenido tiempo para hacer realidad la máxima latina: 'Si vis pacem, para bellum', pero el hedonismo nihilista europeo ha preferido que el sacrificio lo hagan otros, mientras ellos se centran en que el tapón de las botellas no se separe. Ahora sucede, como diría Aixa, la madre de Boabdil, cuando se despedía de Granada: «Llora como una mujer, lo que no has sabido defender como un hombre». Queda en el recuerdo el desembarco de las tropas estadounidenses comandadas por Eisenhower y Montgomery, el 6 de junio de 1944 en la playa de Omaha de Normandía, para liberar a los europeos de la Alemania nazi. Allí entregaron la vida más de doscientos mil americanos para liberar un continente. También la Guerra Fría, después de la Segunda Guerra Mundial en 1945, supuso el enfrentamiento político, económico, social, ideológico, militar y propagandístico entre Occidente capitalista y Oriente comunista, entre los bloques de Estados Unidos y la Unión Soviética, entre la OTAN y el Pacto de Varsovia.
A finales de los 80 se desintegró la URSS con las alianzas del líder soviético, Mijaíl Gorbachov, y las reformas aperturistas 'Glásnost' (política) y 'Perestroika' (económica), con Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II, que colaboraron a la caída del Muro de Berlín. Existen alianzas entre enemigos declarados, como los Tratados de no agresión entre la Alemania nazi y la URSS, con el Pacto Ribbentrop-Mólotov, antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, para repartirse Polonia, Finlandia y Repúblicas Bálticas. Pero ahora la alianza entre los Estados Unidos y Rusia, para frenar la influencia de China, muy pocos la columbraban. La alianza entre adversarios situados en las antípodas ideológicas, en una sociedad líquida y cambiante, que diría Bauman, abre un nuevo escenario estratégico mundial. Esperemos que, para resolver los conflictos, cambiemos el uso de la fuerza por los principios de la libertad y la justicia.
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