Demasiado plástico en nuestras vidas
Los microplásticos se han infiltrado en la cadena alimenticia de los seres vivos, especialmente de los marinos, por culpa de los millones de toneladas de plástico vertidos en mares y océanos durante las últimas décadas
Javier Martín Ríos
Miércoles, 14 de febrero 2024, 23:33
Hay estudios científicos que nos dicen que llevamos mucho tiempo con una buena dosis de plástico en nuestra dieta. No lo percibimos, pero está ahí, ... como intruso en casa ajena, colándose en nuestro cuerpo al igual que los nutrientes que necesitamos para vivir, ya que los microplásticos se han infiltrado en la cadena alimenticia de los seres vivos, especialmente de los marinos, por culpa de los millones de toneladas de plástico vertidos en mares y océanos durante las últimas décadas.
Tiene que ocurrir alguna desgracia para que determinados temas se cuelen a diario en las noticias y, como efecto, se inicie un debate público sobre el asunto. En diciembre del año pasado un carguero perdió 27 toneladas de pélets de plástico frente al norte de Portugal y durante el mes de enero las mareas se han encargado de llevarlas hasta las costas atlántica y cantábrica, especialmente hasta las playas de todo el litoral gallego. Antiguamente, los restos de un naufragio podría convertirse en un pequeño tesoro caído del cielo para los habitantes de la cercana costa; hoy día, cualquier naufragio de un barco sólo trae basura que nadie quiere, sin olvidar los estragos contra el ecosistema marino que puede causar cualquier vertido contaminante en el mar.
Pero lo que ha ocurrido en las costas gallegas con las bolitas de pélets no es un hecho aislado, sino que es una triste realidad que lleva años repitiéndose regularmente en todos los mares del mundo. De media anual, varios miles de contenedores caen de los cargueros al mar y dicho lastre, mayormente contaminante, acaba engullido por el ecosistema marino e infiltrándose en la cadena alimentaria de los seres vivos. Los científicos llevan alertando desde hace lustros que es urgente una mayor legislación para frenar las pérdidas de contenedores de los cargueros, muchos de ellos en manos de grandes compañías navieras. La Unión Europea, tras el suceso en las costas gallegas, parece que va a tomar cartas sobre el asunto y ya está preparando un proyecto de ley para frenar la pérdida de microplásticos en alta mar.
Pero no hay que irse hasta la orilla del mar para rastrear la basura del plástico en nuestras vidas. Está cerca de casa, a veces a no muchos metros de distancia, en esos contenedores en los que a diario depositamos la basura, donde podemos comprobar con nuestros propios ojos que aún hay gente que no recicla en los hogares, importándoles un comino meter en un mismo contenedor, mezclados sin ton ni son, los restos orgánicos, el papel, el plástico, el vidrio o cualquier otro tipo de deshechos. Es cierto que cada vez estamos más concienciados con el reciclaje –y sólo hay que mirar atrás y ver los avances en la sociedad en este sentido– y que una buena parte de la población cumple con ese deber civil de ser mejores ciudadanos con la separación de residuos en sus propias casas para después dejarlos en sus puntos correspondientes de recogida. Pero aún hay muchas personas que el reciclaje les trae sin cuidado y, por esa razón, seguirán siendo tan importantes las campañas de concienciación por parte de las instituciones públicas, especialmente desde los municipios, por su vinculación más directa con la ciudadanía, hasta que las personas que aún no reciclan vean algún día la luz y recapaciten sobre los beneficios que conlleva para toda la comunidad un acto tan sencillo de hacer como el de meter en un recipiente u otro un determinado tipo de basura.
Aún hay muchas personas que el reciclaje les trae sin cuidado y, por esa razón, seguirán siendo tan importantes las campañas de concienciación por parte de las instituciones públicas, especialmente desde los municipios
Lo mismo podría decir de la mala costumbre al ir de compras al supermercado. Abusamos demasiado de solicitar bolsas de plástico en las cajas de pago para llevarnos los productos adquiridos, cuando resulta tan fácil llevar un carro de la compra, una bolsa de tela u otras bolsas ya usadas para tal fin. Es algo de pura lógica, pero, tal como observamos en las colas a la hora de pagar, algo tan sencillo de hacer parece que no está en los planes cotidianos de mucha gente. Puede ser que un día salgamos y, de improviso, necesitamos hacer una compra inesperada, y, por lo tanto, se entiende que solicites una bolsa; lo incomprensible es salir específicamente para comprar y no tener en cuenta lo que deberíamos llevar para evitar solicitar bolsas de plástico en la caja del supermercado. En los pequeños detalles se consiguen también los grandes avances de una sociedad.
Lo que está claro es que hay demasiado plástico sin control pululando por el planeta y que no es bueno ni para el medioambiente ni para la salud de los seres vivos. Las instituciones gubernamentales tienen el deber y la obligación de poner cartas sobre el asunto y buscar soluciones fehacientes antes de que el problema, ya grave de por sí, llegue a ser irremediable en el futuro. Los ecosistemas marinos son los más castigados por los microplásticos desde hace mucho tiempo, pero no son los únicos. Como ciudadanos también podemos aportar nuestro granito de arena sin hacer grandes esfuerzos ni sacrificios: reciclar y disminuir la presencia del plástico en nuestra vida diaria.
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