Antonio Ramos Espejo, el emperador del cine en Shanghái
Comenzó a proyectar películas en una casa de té, cobrando la entrada para ver la función. El público quedó ensimismado con esas sombras eléctricas
Javier Martín
Jueves, 21 de marzo 2024, 23:32
Hoy tomo prestado el título de este artículo de un libro recién publicado por la editorial Comares dedicado a Antonio Ramos Espejo (1878-1944), un ... granadino de Alhama de Granada que fue pionero en el desarrollo de la industria cinematográfica en China durante las primeras décadas del siglo XX, con epicentro de su imperio en Shanghái, la gran metrópoli económica y cultural en la historia moderna y contemporánea de este país.
La biografía de Antonio Ramos en su periplo asiático es fascinante, pero apenas es conocida por el gran público, tampoco en la tierra que lo vio nacer, aunque en los últimos años los medios locales, tanto en Granada como en Alhama, se hayan hecho eco, en alguna que otra ocasión, de su nombre, a la par que han ido saliendo a la luz estudios sobre el empresario granadino. En este sentido, la recuperación de su figura se la debemos a la labor desarrollada por el investigador Juan Ignacio Toro Escudero, que lleva muchos años dedicado a estudiar a Antonio Ramos; fruto de ello son grandes trabajos en torno a la trayectoria del empresario alhameño en relación con los primeros pasos del cine en China, como su tesis doctoral 'Del burdel al emporio cinematográfico: el papel fundamental, olvidado y pionero del soldado español Antonio Ramos Espejo en el nacimiento del cine chino' (Universidad Complutense de Madrid, 2016), el documental Antonio Ramos Espejo, el amanecer del cine en China (2018), la monografía Antonio Ramos Espejo, el emperador del cine en Shanghái (Comares, 2024) y diversos artículos en publicaciones académicas.
Es posible que más de un lector, ya algo intrigado con los primeros párrafos de este artículo, se esté haciendo la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que un granadino llegara a dominar la industria cinematográfica china durante las primeras décadas del siglo XX? La respuesta la podemos encontrar en su apasionante biografía, propia también de un buen guion cinematográfico. Hay que decir que Antonio Ramos llegó primero como soldado a Filipinas, cuando este país aún formaba parte de España; fue en Filipinas donde vio el potencial del nuevo arte surgido a finales del siglo XIX: allí fue donde adquirió una cámara de proyección de cine y comenzó a proyectar sus primeras películas, siendo también pionero en la exhibición de cine en este país. Tras la derrota de España con Estados Unidos en 1898, y la pérdida de la colonia asiática, Antonio Ramos, como otros españoles, se mudó a China en busca de una salida profesional. El granadino recaló en Shanghái, tan codiciada por tantos extranjeros por su privilegio de extraterritorialidad, un puerto abierto al comercio exterior tras la derrota de China contra Inglaterra en la guerra del Opio y que en varias décadas se había convertido en una de las ciudades más populosas, comerciales e internacionales de Asia (además de la ciudad china, contaba con la Concesión Francesa y la Concesión Internacional, esta última bajo la administración de Inglaterra y Estados Unidos). En la París de Asia, tal como llamaban a Shanghái, Antonio Ramos encontró la oportunidad de convertirse en uno de los grandes hombres de negocios de la ciudad.
La invención del cine por los hermanos Lumière en 1895 pronto se convertiría en una sensación mundial y, en los años siguientes, se expandiría por todos los rincones del mundo. Antonio Ramos vio claramente el potencial económico que traía el nuevo arte y, tal como hizo en Filipinas, en Shanghái comenzó a proyectar películas en una casa de té, cobrando la entrada para ver la función. El público quedó ensimismado con esas sombras eléctricas en movimiento sobre una pantalla blanca (en chino, película se dice 'dianying', literalmente, «sombras eléctricas»). De ahí que ideara en 1907 la primera sala comercial de cine en la historia de China, el cine Colón. El éxito fue total y después del Colón abrió varias salas emblemáticas en la ciudad, como el cine Victoria (1909) o el cine Olympic (1914), entre otros; tras el buen funcionamiento en Shanghái, dio el salto a otras grandes ciudades de China, donde abrió nuevos cines en Hankow (actual Wuhan), Tianjin, Hong Kong y Macao. Además, en 1924, siendo ya el gran empresario de la industria cinematográfica en Shanghái, fundó su propia productora de cine y apostó por la producción de películas exclusivamente chinas, ayudando, de esta manera, a la consolidación de una cinematografía local en ciernes.
En 1927, Antonio Ramos decidió volver a España con la familia que había formado en Shanghái y comenzó a poner en venta todo el imperio empresarial que había levantado durante dos décadas en China. En España se asentó en Madrid, donde fundó el cine Rialto (hoy Teatro Rialto) en plena Gran Vía, una de las salas más populares de la capital durante los años treinta, en la que se estrenaron películas de grandes estrellas de la época, como las de Imperio Argentina, a la vez de ser promotor de otras inversiones inmobiliarias en la ciudad. Murió en 1944 y desde entonces casi nadie se había acordado de él hasta que Juan Ignacio Toro Escudero decidió rescatar del olvido tan entrañable figura y revalorizar el trabajo realizado por Antonio Ramos Espejo para el desarrollo del séptimo arte en un lugar tan lejano de su tierra natal como China.
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