La idea de Europa
La mayor dificultad para la integración efectiva de una Europa unida no está ni en la economía ni en la política; es en el terreno de las lealtades culturales
Javier Gallego Roca
Catedrático de Restauración Arquitectónica
Sábado, 1 de marzo 2025, 23:06
Hace años desaparecía uno de los intelectuales más controvertidos y lúcidos de nuestro tiempo: George Steiner (1929-2020). Steiner ha sido uno de los observadores ... más atentos de la realidad contemporánea y nos alerta a los europeos para «no sucumbir a guerras intestinas, recomendándonos que preservemos la diversidad cultural y lingüística y, a la vez, que pongamos límite al ordenador, la cultura del populismo y el mercado de masas».
Mario Vargas Llosa en el prólogo del libro de Steiner ('La idea de Europa', 2004) se refiere a la frase más dura de este formidable ensayo que hace referencia a la banalidad y vulgarización de los productos culturales de consumo: «No es la censura política lo que mata (la cultura): es el despotismo del mercado y los acicates del estrellato comercializado». Este pesimismo de Steiner entra en conflicto con las nuevas generaciones de los jóvenes de Europa que pueblan sus universidades y son la esperanza de aquella Comunidad Económica Europea que en 1992 hizo realidad la integración de fronteras entre los doce países principales. En el fondo, se consumaba un proceso, visto por muchos como anti histórico, impuesto por las necesidades de los nuevos tiempos.
Recuerdo haber leído en cierta ocasión un comentario sobre los ingleses: «Esos ingleses son bien raros: les ponen a sus monumentos nombres de derrotas». Ciertamente de derrotas francesas como Trafalgar o Waterloo. Cuando se produjo el Brexit el diario 'El País' publicó una entrevista póstuma de Steiner para el 'Corriere della Sera' realizada a su amigo Nuccio Ordine; reúne algunas reflexiones, las cuales pidió no hacerlas públicas hasta el día siguiente de su fallecimiento. Cita su pequeño libro, 'Errata', y se lamenta en él de no haber sabido captar algunos fenómenos esenciales de la modernidad.
Esta entrevista póstuma y los acontecimientos recientes me han llevado a volver a leer estos días a Steiner, con la vigencia de su pensamiento, y he tratado de interpretar entre líneas una necesidad que manifiesta por comprender la importancia de ciertos grandes movimientos modernos que se suceden en nuestra sociedad europea. Para España –rememorando a Ortega–, Europa era, sin duda, la solución. Con nuestro ingreso en 1986 se rompía un siglo de aislamiento internacional y se dejaba atrás un viejo complejo de inferioridad histórica. Los viajeros románticos contribuyeron a difundir una imagen en que los Pirineos eran la frontera de Oriente. España era lo exótico y los españoles, también en cierta medida, lo creímos. Con el ingreso en la CEE, España se reconocía no solo como un país plenamente europeo, sino un país que ha contribuido poderosamente a conformar la personalidad europea.
Según Steiner: «Los odios étnicos, los nacionalismos chovinistas, las reivindicaciones regionalistas han sido la pesadilla de Europa». Es verdad que Steiner habla de Europa desde una visión más universal que Unamuno, Maeztu o Menéndez Pidal, pero al fin y al cabo es una cuestión de escala y percepción de las cosas. Muchas veces construimos el futuro pensando en nuestros problemas actuales o los intereses de determinados partidos políticos o alianzas coyunturales. La historia nos demuestra que hay que tener memoria y perspectiva del tiempo; los jóvenes son esenciales para resolver las diversas disyuntivas a las que se enfrenta la visión moderna de Europa. La mayor dificultad para la integración efectiva de una Europa unida no está ni en la economía ni en la política; al contrario es ahí donde residen razones y ventajas evidentes para justificar la creación de la Comunidad. Es en el terreno, mucho más difícil e impreciso, de las lealtades culturales donde nos vamos encontrar con mayores dificultades.
Nuestra generación se ha educado en un marco donde Europa ha representado una referencia cultural y política trascendental; sin embargo, actualmente, se está poniendo en entredicho por diversos actores sociales y políticos interesados en debilitarla, haciéndola la causa de todos nuestros males. Algo de todo ello vislumbra Steiner, por ello se rebela contra las redes sociales y los 'mass media' o los diversos modos de influir, a través de ellos, en nuestras voluntades y deseos como individuos libres.
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