Luna de pasión
Este fenómeno tiene su explicación en el año 325, en el concilio de Nicea, donde se determinó que el Domingo de Pascua tendría lugar tras la primera luna llena después del equinoccio de primavera
Javier Castejón
Martes, 4 de abril 2023, 00:39
¿Por qué en Semana Santa siempre hay luna llena? La Semana Santa y la luna llena siempre van de la mano, y no se ... trata de una simple casualidad. Ninguna de las dos tiene una fecha fija en el calendario, pero siempre se encuentran. Este fenómeno tiene su explicación en el año 325, en el concilio de Nicea, donde se determinó que el Domingo de Pascua tendría lugar tras la primera luna llena después del equinoccio de primavera.
Afirman los eruditos que esta decisión se debió a que la muerte de Cristo, según la interpretación más verosímil, tuvo lugar en torno a la Pascua Judía, fiesta que los hebreos renuevan cada año el día 15 del mes de Nisan (primer mes del calendario hebreo bíblico que comienza a partir de la salida de los hebreos de la esclavitud de Egipto), y cuyo equivalente gregoriano sería marzo o abril, o lo que es igual, en época de luna llena.
Desde entonces, y a pesar del paso de los siglos, la jerarquía eclesiástica ha respetado la norma entonces dictada y esta es la explicación de que la fecha de Semana Santa varíe de un año a otro.
De cualquier forma, la luna llena que acompaña a la muerte y pasión de Jesucristo ha suscitado numerosas creencias e interpretaciones que mezclan lo mágico con lo religioso e incluso con lo científico y filosófico. No en vano la mitología lunar es rica en símbolos y referencias. Afirma el Génesis que «Hizo Dios las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominio del día y la lumbrera menor para dominio de la noche» (Génesis 1:16- 18).
Dos científicos de la Universidad de Oxford, Humphreys y Walddington, después de numerosos estudios documentales y astronómicos llegaron a la conclusión de que Jesús murió muy probablemente el 3 de abril del año 33, en viernes; según publicaron en 1990 en la revista Nature. Estos científicos afirman además que al anochecer del día de la ejecución hubo en Jerusalén un eclipse parcial de luna, como lo prueba el informe redactado por el procurador romano Poncio Pilato para el emperador Tiberio, el cual describe así los fenómenos que tuvieron lugar ese día: «El Sol se oscureció, salieron estrellas en el cielo, y por todas partes la gente encendió las lámparas. Por la noche, la luz de la luna era de un rojo sangre».
La historiografía afirma que el color rojizo de la luna pudo deberse a la tormenta de arena que se menciona en casi todas las fuentes, aunque los científicos creen que fue consecuencia de un fenómeno físico asociado al eclipse conocido como dispersión de Railegh.
Si Jesús clavado en la cruz estuvo iluminado por una luna llena que posteriormente, tal vez coincidiendo con la expiración, quedó eclipsada parcialmente tornándose roja su cara visible, es evidente su muerte estuvo plagada de presagios y elementos mágicos, lo cual se ve reforzado por la afirmación contenida en Hechos 2:20, donde dice:«El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor...»
Por otro lado, la influencia lunar en la biología humana y no humana es un hecho bien constatado por la ciencia, que nos ha descrito su poder sobre las mareas y el crecimiento vegetal. Por su parte, los médicos aun no saben por qué aumenta el numero de partos, e incluso de accidentes, en las noches de luna llena. Y aunque no hay evidencia científica suficiente al respecto, saben que los pacientes refieren más intensidad de su dolor (sobre todo, osteoarticular y postoperatorio) cuando hay luna llena. Si esto último fuera cierto, el suplicio de Jesús en la cruz se habría visto magnificado por la luna llena que iluminaba aquella noche el monte Calvario. Tan determinante ha sido la presencia del satélite en el suplicio de Cristo, que algunos han llegado a llamarla «luna de pasión».
De cualquier forma, parece deducirse de todo ello que aquel día la luna llenó con su luz roja el cielo de Jerusalén, iluminando aún más la agonía del que después se convertiría en referente de una de las religiones más importantes de la historia de la Humanidad.
Se entiende que Jesús, en sus últimas oraciones antes de ser arrestado en el Huerto de Getsemaní, le rogara al Padre diciendo: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa...» (Mt 26:42), de la misma forma que aquel niño clamaba en el poema de Lorca, suplicándole a la luna que no se lo llevara con ella.
Pero el poeta, en su misión de expresar la dramática muerte en soledad de aquel niño gitano, ya dejó bien claro en el 'Romance de la luna, lun'; que «por el cielo va la luna, con un niño en la mano». Ya sabemos entonces por qué los seres humanos nos sentimos hechizados por la luz de la luna llena, y la contemplamos extasiados en mitad de la noche. Ella lo sabe todo y desde nuestra oscuridad nosotros le preguntamos por todo.
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