La interpretación es una necesidad, pero de ninguna manera ha de confundirse con una 'distorsión deliberada', que es en lo que consiste básicamente la posverdad.
Interpretar es una forma de entender, que sin ser puramente objetiva, ni de entrada intersubjetiva, puede ser acertada, por tanto no se trata de algo ajeno a la verdad. La interpretación es una necesidad vital, porque para vivir necesitamos valorar e interpretar, sin lo que no podríamos preferir, ni tampoco elegir unas cosas u otras.
Al interpretar atribuimos significado a las expresiones y a los hechos, pero esto no implica renunciar a la pretensión de objetividad y de verdad, porque la interpretación no asigna la significación de un modo arbitrario y caprichoso, sino que expresa la perspectiva desde la que estamos abiertos a la riqueza polifacética del mundo en que vivimos y cuya posible defensa ha de sustentarse en argumentos. La interpretación ha de basarse en razones bien fundadas y, por tanto, ha de complementarse con justificaciones que han de poder ser discutidas intersubjetivamente.
La interpretación constituye una intelección en la que van unidos aspectos cognitivos, afectivos y volitivos, que acaban conformando las creencias básicas, tan necesarias para orientar la vida humana, personal y social. La actividad intelectual en que consiste la interpretación se mueve en el orden de la comprensión del sentido (captando, descifrando o ejecutando), dando forma significativa a las palabras, los gestos y las acciones o actividades de diverso género (científicas, artísticas, deportivas, literarias, vitales, etc.).
Por tanto, que la interpretación forme parte del conocimiento no implica caer en el subjetivismo y el relativismo. No vale cualquier interpretación. Es necesario marcar sus límites, atendiendo a algún criterio normativo de validez, sea de carácter objetivo o intersubjetivo, de lo contrario se destruye el discurso y no sería posible una comunicación humana en serio.
La interpretación emerge a partir de una sensibilidad liberada, cuya fuente más enriquecedora se encuentra en la imaginación y la fantasía humana. Aunque se la ha denominado la 'loca de la casa', la capacidad imaginativa dinamiza la sensibilidad creando una pluralidad de formas y ritmos, que han contribuido a acondicionar la vida a través de las diversas culturas sobre las bases biológicas que nos vienen dadas. Nada es puramente lo que parece ser, sino que siempre está significando algo y por eso se necesita interpretarlo en cada momento histórico.
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