Los intereses de España y la corrupción
«El tema más grave a que nos enfrentamos es a la nueva concepción geoestratégica territorial que está desarrollando esta potencia emergente como es la República Popular China y que nos va a afectar en el futuro de forma muy determinante»
Andrés García Lorca
Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional
Sábado, 26 de julio 2025, 23:23
Vivimos con desasosiego y muy obsesionados por causa de un huracán de corrupciones, unas supuestas y otras contrastadas, que azotan a España y nos hace ... olvidar los intereses nacionales como un Estado inmerso en los procesos de cambios globales que, además de ser muy importantes en el presente, pueden determinar el futuro. Sin embargo, la sociedad española parece como rendida y desesperanzada ante los cambios acaecidos en su propia realidad y aunque ciertamente son muy preocupantes, les hace olvidar la realidad de las grandes transformaciones territoriales a escala global y los agentes que controlan estos procesos, sin pensar en las implicaciones que tienen cara al presente y futuro de la sociedad española.
Ciertamente que los españoles andan muy preocupados por temas tan cotidianos como la vivienda, el empleo y la carestía de la vida, obviando, con estas preocupaciones, otros aspectos de la realidad que están determinando estas situaciones internacionales que, además, se están agravando con el paso del tiempo y la indeterminación , o más bien inacción, del Gobierno de la Nación, ya sea por incapacidad, desconocimiento o subordinación a otros intereses que no son los de España.
Recientemente ha salido a colación el tema de la empresa china Huawei y la crisis de seguridad nacional que ha provocado su implantación para el control y funcionamiento de las comunicaciones para su uso por los cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado, decisión cuestionada por Estados Unidos, la Unión Europea y por el propio CNI español. Una decisión improcedente a todas luces ya que por 12,3 millones de euros deja la puerta abierta a la inteligencia de la RP China, además de favorecer los intereses de una consultora conocida de políticos.
Pero el tema más grave a que nos enfrentamos es a la nueva concepción geoestratégica territorial que está desarrollando esta potencia emergente como es la R.P. China y que nos va a afectar en el futuro de forma muy determinante, pues su expansión territorial político-económica va a determinar el control de los recursos mundiales y parte de sus procesos. En este sentido, el continente africano se ha convertido en un espacio privilegiado para comprobar esta realidad que, sorprendentemente, corresponde a los modelos del imperialismo colonial decimonónico, pero adaptado a las nuevas formas de control territorial a través de la dependencia económica, las posibilidades tecnológicas y al poder militar que las ampara; basta con observar las inversiones en infraestructuras de puertos y redes de transporte que, aunque no responde a un sistema de redes para la articulación territorial, sino que lo hace lineal para drenar recursos de ámbitos concretos; unido a ello es necesario contemplar las inversiones para el desarrollo de zonas industriales aprovechando recursos territoriales de los distintos estados que configuran el mosaico de países africanos.
Si centramos la atención en los países africanos con relación directa con España por ser frontera, caso de Marruecos y Argelia, sería necesario atender a su realidades y sistema de relaciones internacionales y a partir de ahí ir configurando una política de acercamiento mas real y objetiva. No podemos ignorar que el actual 'statu quo' con ambos países es deplorable y asimétrico, lo cual tiene ya enormes consecuencias para la economía española. La posición de España es muy comprometida a causa de la pérdida de confianza con Argelia y la debilidad que manifiesta con Marruecos, que en algunos casos es producto de la corrupción española en el esquema de relaciones político-económicas y que es necesario subsanar. Marruecos necesita a España y a la U.E. aunque cuente con el apoyo de los Estados Unidos, de ahí la oportunidad de replantear y definir con rigor, nuevas líneas en la política de relaciones bilaterales atendiendo a los cambios en la geoestrategia africana.
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