En estos días hemos asistido al debate y descalificaciones por la nefasta actuación de la corporación municipal de Palma de Mallorca, con respecto a los ... cambios de nombre del callejero urbano. Eliminar los nombres de los ilustres marinos decimonónicos, que dieron gloria a España y han sido un referente de heroísmo en la Historia, acusándolos de ser una expresión del franquismo. A mucha gente nos pareció un ejemplo más de la incultura y analfabetismo que identifica a la dirigencia social-comunista que gobierna España y así lo manifesté públicamente.
Las declaraciones del alcalde José Hila, han vuelto a emborronar el tema con sobreabundancia de mentiras al más puro estilo de J. Goebbels, lo que implica, no un problema de falta de cultura general, es asumir su identificación con este personaje y el modelo ideológico que lo inspira, el totalitarismo. No sin razón, ante mi comentario descalificando la torpeza cultural de los responsables del desafuero, alguien me llamó la atención y me dijo que no me equivocara, que el objeto de esta falsificación de la historia no es un desconocimiento de la misma, lo que busca en realidad es eliminar la identidad nacional de España para instaurar otro orden diferente y no es el que conocemos, basado en la integridad territorial de la nación española y en un modelo de configuración política e institucional asumido tras un proceso histórico.
El problema se agrava cuando se trata de fundamentar este tipo de actuaciones sectarias, como la referida en Palma de Mallorca, en una doctrina legal como es la denominada Memoria Histórica, caracterizada por una expresión analítica del pasado sesgada e instrumentalizada y utilizada más como un elemento de agresión que de concordia.
Este modelo de actuar sectario, ignorando la verdad y la realidad de unos hechos y que se hace presente en muchos ámbitos de nuestra vida diaria, implica una dependencia personal, que sobrepone el pensamiento único, emanado de los presupuestos ideológicos totalitarios, sobre el pensamiento individual de cada persona. Se genera así una forma de esclavitud que acaba con la libertad individual y donde la verdad, fundamento de la libertad, queda anulada; y ese parece ser el núcleo del nuevo orden, el ser humano sometido, controlado.
Me preocupa la constante y continuada pérdida de formación cultural y técnica de la sociedad española, que no tiene más explicación que la expresa voluntad de los poderes públicos para alienar a la población y poder manejarla, de ahí que esa pérdida irreparable de formación para desarrollar, entre otras cosas, un espíritu crítico personal, se una a la instauración de la mentira y el cinismo más descarnado como instrumento para mantener el control social.
Todo ello me obliga a preguntarme con aquella locución latina: «¿Qui prodest?» ¿quién se beneficia? Lo que si tengo claro es que no beneficia al individuo como persona libre ni a la sociedad como grupo de personas que se integran para vivir en libertad, tal vez sea a la «nueva oligarquía» o a la plutocracia de siempre engrosada con nuevos efectivos y cuyos acólitos ocupan las instituciones del gobierno de España.
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