El incierto futuro de Pablo Casado
Casado ganó hace dos años el Congreso de su partido porque la mayor parte de sus dirigentes no querían que Soraya Sáez de Santamaría se quedará con el sillón
Son muchos en el PP quienes comprenden ahora por qué Alberto Núñez Feijóo se negó a dar el salto a Madrid cuando tuvo la oportunidad ... de convertirse en el sucesor de Mariano Rajoy. Menuda herencia envenenada la que iba a recibir, debió de pensar. La misma que ahora pone en duda la capacidad de Pablo Casado para superar lo que se le avecina: meses de titulares de Kitchen, Gürtel y Púnica, una campaña del Gobierno para arrinconarle como un Don Nadie con escasos apoyos de medios para hacerle frente, un patente falta de simpatía hacia el de los pesos pesados de su partido y un derecha partida en tres.
Quienes aún apoyan a Casado, desde la calle o los medios de comunicación, le piden mayormente que rompa con su pasado y que deje de refugiarse en la teoría de la doble vara de medir que emplean los socialistas al comparar la herencia corrupta que recibió el líder del PP con la soltura con la que Pedro Sánchez se desvinculó de la sentencia de los ERE andaluces o Podemos trata de ignorar que vive acorralado por tres causas judiciales en las que se le imputan graves delitos. Esto es cierto pero también insuficiente para permitir a Casado obviar que el Gobierno de Mariano Rajoy utilizó miles de euros de dinero público para destruir pruebas necesarias para hacerse Justicia, que el PP se financió ilegalmente durante años o que los líderes populares madrileños gobernaron mientras tanto con poquísimo respeto a la Ley.
A todo ello se suma el escaso apoyo interno del que disfruta el líder del principal partido de la oposición. Casado ganó hace dos años el Congreso de su partido porque la mayor parte de sus dirigentes no querían que Soraya Sáez de Santamaría, la señalada por el dedo de Rajoy, se quedará con el sillón. Eso no implica que el joven nuevo líder llegara con un equipo que generara confianza. De hecho, sus primeros nombramientos, aquellos de tertulianos y toreros, pasaron pronto en el olvido. Su gran apuesta, la de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz parlamentaria, ha resultado un fracaso. De los presidentes autonómicos populares la más floja está resultando la madrileña impuesta por el.
La principal apuesta de Pablo Pasado fue desde un principio la de reunificar el centro derecha que Rajoy dejó partido en tres, hacia la izquierda con Ciudadanos, por la corrupción, hacia la derecha, Vox, por su política para Cataluña. Tampoco parece que se objetivo se vaya a cumplir. Su intento de presentar listas electorales junto a Ciudadanos, que impuso en el País Vasco, se reveló un error. A día de hoy son tantos sus retos que son muchos quienes dentro del PP se preguntan si su líder actual va a poder sobrevivir todo lo que se le viene encima.
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