Inaplazable reforma
Garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones requiere un acuerdo que ha de ser una de las prioridades de la legislatura
Domingo, 6 de septiembre 2020, 00:36
El número de pensionistas ha aumentado en un millón desde 2010. En ese periodo, el gasto de la Seguridad Social en prestaciones contributivas se ha ... disparado más de un 44%. En agosto superó los 9.900 millones de euros, un nuevo récord mensual. Pese a las medidas de ahorro aplicadas en los últimos años, el sistema acumula un abultado desfase entre un gasto que crece sin parar y unas cotizaciones sociales manifiestamente insuficientes para financiarlo incluso en las coyunturas más boyantes. Un déficit cercano a los 20.000 millones anuales que ha tensionado hasta el extremo las cuentas públicas y que, en un escenario de acelerado envejecimiento de la población, corre el riesgo de desbocarse y amenaza la sostenibilidad del modelo.
Este panorama es de todo, menos novedoso. También lo es, por desgracia, la tentación de las instituciones de aparcar 'sine die' una respuesta ya inaplazable, como si el paso del tiempo fuese a resolver por sí solo uno de los grandes retos que tiene por delante el país. La reforma de las pensiones no admite más demoras. La recesión provocada por la pandemia no hace sino agudizar su necesidad. Resulta urgente que la Comisión del Pacto de Toledo reanude a la mayor brevedad las negociaciones en busca de un acuerdo realista, asumible por la gran mayoría y los agentes sociales, que no esté al albur de los vaivenes en el Gobierno y garantice la viabilidad del sistema a medio plazo sobre la base de unas prestaciones dignas. Mirar hacia otro lado, como han hecho las fuerzas políticas en el pasado reciente, no conduce a ninguna parte; solo agrava el problema y enreda su solución.
El catálogo de posibles medidas es conocido y suficientemente amplio como para suscitar un profundo debate que conduzca a la combinación de las más adecuadas para encauzar este reto. También son sabidos los pros y contras de cada una de ellas. El hecho de que puedan resultar impopulares al implicar sacrificios no debe empujar a la inacción a los poderes públicos. Gobernar es encarar las dificultades y decidir en cada momento lo que conviene, que no es necesariamente lo más sencillo ni lo que la mayoría desea oír. Retrasar la reforma solo elevará el riesgo de una injusticia social: condenar a los trabajadores que mantienen hoy el sistema a asumir en solitario su coste según se jubilen o a los jóvenes a soportar en el futuro un coste excesivo, cuando los esfuerzos deberían ser compartidos.
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