Ilusión sobre el cráter
La Carrera ·
La ilusión conecta con los sentimientos más positivos del ser humanoalfredo ybarra
Martes, 9 de junio 2020
Parece que el volcán va apaciguándose por momentos. Hay quienes para exonerarse lo desdibujan, como extinto. Otros, la mayoría, más sensata, lo esperan pronto inactivo ... o latente, que no es lo mismo que definitivamente apagado. Eso si nuestra insensatez no le echa más combustible a la caldera. Otra cosa es el inmenso destrozo que dejan sus consecuencias. Sin embargo, el espinoso estrago está haciendo surgir junto a la frustración atisbos de ilusión, tanto a nivel personal como conjetura colectiva. Y es que mantener la ilusión es esencial para que sigamos en movimiento y luchando por nuestros sueños. Un buen amigo, que en estos días aciagos no lo ha pasado bien precisamente, me decía que su mayor ilusión ahora es seguir teniendo ilusiones, porque la ilusión es el verdadero despertar a la vida, a las cosas. En el Coronel no tiene quien le escriba, García Márquez dice: «La ilusión no se come -dijo ella. No se come, pero alimenta -replicó el coronel». La ilusión está en la base de las aspiraciones humanas, esos ideales que se envuelven en nuestros sentimientos y que nos motivan.
El mejor de los optimismos es la ilusión que hay tras atravesar un mal bache, al empezar un trabajo, al proyectar un viaje, al enamorarse,… Voltaire escribió que la ilusión es el mejor de todos los placeres. Al margen de que el término también se refiere a un concepto sin verdadera realidad, hoy me quedo con esa acepción que tiene como fuente de bienestar, esa ilusión referida a «ilusionarse» a despertar esperanzas efusivas. Chesterton resumía perfectamente el concepto cuando señalaba que: «hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina». La ilusión conecta con los sentimientos más positivos del ser humano. Y algo importante, es contagiosa. Algo que necesitamos en estos momentos de furiosa lava. En el hipotálamo del cerebro está lo que los científicos definen como circuito de la búsqueda. Este circuito conecta los mecanismos del placer y la felicidad, que plenamente se activan con la búsqueda. Es en la indagación, en el camino, en la expectativa, donde radica la mayor parte de la felicidad, y las ilusiones son el mejor pedal para ello. Con razón Víctor Hugo indicaba que no hay nada como un sueño para crear el futuro. Si estamos ilusionados nos vacunamos contra el fatalismo, contra todo aquello que quebranta nuestros proyectos.
Quizás la ilusión sea la mejor compañera, la herramienta cardinal, de la resiliencia, esa capacidad de sobreponernos a la adversidad. Aunque es cierto que tenemos que ser capaces de conectar nuestras ilusiones con nuestras capacidades, habilidades y aptitudes. Una ilusión a pesar de lo incierta que pueda ser, tiene que situarse en el plano de los posibles realizables. Bailábamos ufanos sobre el cráter del volcán. Y no lo escuchábamos, hasta que rugió, exhalando nuestra vulnerabilidad y nuestra negligencia. Y cuando en la cueva saborea su aún vivo reguero de humo, ceniza y fuego, alguien, como el poeta chileno, pregunta ¿caen pensamientos de amor en los volcanes extinguidos?
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