El himno del Celta

Al escribir esto pienso, por descontado, en la reciente detención de cuatro nombres propios vinculados al FC Barcelona –entre ellos Bartomeu, expresidente del club azulgrana– por una investigación judicial que podría demostrar la contratación por parte del Barça, con el fin de que un ejército de cuentas falsas defendiesen al entonces mandamás entre sus aficionados, de una empresa especializada en campañas de desprestigio en redes sociales; pero también se me viene a la cabeza la oferta que el Real Madrid puso sobre la mesa de Jeff Bezos, a saber, la posibilidad de que toda la información incluida en la mayor base de datos de aficionados del mundo acabase en manos de Amazon.

Entre unos y otros, y sin necesidad de esgrimir ningún motivo meramente futbolístico, están consiguiendo que cada día echemos más en falta el fútbol de antaño. Sin embargo, dios aprieta pero no ahoga: alguna cosa buena tenía que aparecer para rescatar a los futboleros modernos de la apatía y la indiferencia, aunque trascienda lo deportivo y hasta lo político para apelar directamente al corazón. Y es que, si lo compone C. Tangana justo después del discazo que se ha marcado, ya sabemos cuál va a ser el temazo del verano de 2023: el himno del Celta.