Grandeza del matrimonio
Tribuna ·
Pues así sucede con el amor sincero: es inseparable del Amor de Dios que lo hace posible y lo mantieneANDRÉS BOTELLA GIMÉNEZ
Domingo, 13 de febrero 2022, 22:38
Hay aventuras en nuestra vida que merecen la pena, caminos que se emprenden y recorren con gozo y esperanza, dificultades que se afrontan y superan ... con ilusión y constancia, hacia metas que cautivan, frutos que maduran y bellos horizontes que se agrandan y dilatan. ¡Ay si mis pobres palabras pudieran expresar y describir, con fuego apasionado, la verdad de los amores que se unen en el de Dios que los abraza!
Hay quienes, con todo, se preguntan: ¿para qué adquirir compromisos, si con la satisfacción del instinto basta? Estos olvidan que nuestra razón ha de prevalecer y encauzar esos impulsos hacia los fines propios. Negar la racionalidad humana supondría contradecir una evidencia, dejando sin fundamento la libertad (y consecuente responsabilidad) que – esencialmente – nos caracteriza, porque ambas carecerían de sentido si nuestra conducta fuese meramente instintiva.
Ni procede confundir el amor entre hombre y mujer con la sola satisfacción de la mutua atracción física. Pues quienes se quieren de verdad no se mueven por propósitos egoístas o cálculos cicateros. Saben que amar es entregarse, sin reducir al amado a la condición de simple objeto de caprichos pasajeros. Degradar a un sujeto (que posee siempre igual dignidad a la nuestra) a la consideración de objeto e instrumento a nuestro servicio, constituye el fundamento antropológico de la esclavitud, de la explotación del trabajador, del despotismo y corrupción de quienes gobiernen y también – entre otras vergonzosas lacras – del dominio abusivo de unos sobre otros.
Tampoco faltan quienes rehusan contraer matrimonio para 'conservar su libertad'. Me gustaría saber para qué la quieren conservar y cómo. La libertad es para vivirla, poniéndola por obra y dando fruto; para comprometerse con lo que merece la pena; y no para dejarla estéril por miedo a 'perderla'.
Pensad – ahora – si cabe separar la llama del fuego del cual nace. Pues así sucede con el amor sincero: es inseparable del Amor de Dios que lo hace posible y lo mantiene. He ahí la grandeza del amor conyugal y del matrimonio en que se expresa: que, como el ser humano, ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios, que es el Amor de los amores y Camino necesario de toda felicidad auténtica.
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