Dos Granadas: la bulliciosa y la interior
Tribuna ·
Hay otros encantos que no son la aglomeración, el hervidero humano y el bullicio de la urbe como gozar de nuestros más bellos paseos urbanos del mundo o visitar los tesoros monumentales o conventualesAntonio Ubago
Domingo, 22 de diciembre 2019, 23:39
De no haber sido muy intenso el deseo de gozar el sábado 30 del concierto de Gregoriano y Polifonía Primitiva de la Schola Gregoriana Hispana, ... grupo vocal especializado en la interpretación de monodia religiosa y primera polifonía medieval, que se ofreció en la Iglesia de Santa María Magdalena en celebración de los 35 años de su fundación, me hubiera vuelto de la calle Recogidas a mi casa, tan campante.
Era verdaderamente difícil transitar por la comercial vía porque una avalancha humana lo impedía. La acumulación de personas en el centro de la ciudad a causa del turismo, y sobre todo aquí por razón de las compras, me resultaba una pesadilla difícil de superar que, como lo conozco, me hace evitar en estas ocasiones el centro de la ciudad pero aquella tarde estaba dispuesto a soslayar todas las dificultades por escuchar el concierto, si bien el hacinamiento de los compulsivos consumidores impedía poder avanzar.
Todo para el consumo no puede ser el lema indiscriminado de las fiestas. En esta tarde del concierto, al bullicio de un viernes absolutamente copado por la actividad comercial, sin la mínima opción al paseo, al que se juntó el efecto continuado del Viernes Negro, el fin de semana, el encendido de las luces, que esa es otra, y alguna que otra gaita hacían intransitable la ciudad a tal punto que la motivación para salir o era vehemente o donde mejor podías estar era en el hogar, en el dulce y relajante hogar.
Sí este es ya el panorama de la calle que no conserva el mínimo vestigio ni atmósfera alguna que recuerde las 'Arrecogías del Beaterio de Santa María Egipcíaca' ni siquiera del cine Capitol, con su atmósfera peculiar. Sí pervive el Convento de San Antón del XVII pero la incidencia en la calle, mínima por ser principio o final y asociarse más con San Antón. Si continuar a Puentezuelas se ofrecía también empresa difícil, el que intentara pasar en esas horas vespertinas y de anochecer a Puerta Real, debía mostrarse como heroico por la acumulación de las circunstancias lamentables dichas y porque estaba próximo el momento de cénit y gloria de empezar la Navidad oficial con el encendido de las luces que el mayor esplendor de nunca el consistorio prometió ofrecer para competir con ciudades como Madrid o Vigo.
El supositorio gigantesco de luces que llaman árbol navideño impregna de ambiente zafio y hortera el centro de la capital y al que hay que añadir en todas las crónicas el número de bombillas que este año se celebra como que se corresponde con la altura de la ciudad. Sigue lamentablemente el más veterano y estridente supositorio de luces de Bibarrambla, y lo más llamativo, la bola luminosa gigante de las Fuentes de las Batallas, obstaculizando con riesgo el paso angosto de la turbamulta a la Carrera del Genil con los reportajes fotográficos y los selfis. Las norias de las fiestas populares de siempre acompañan ahora al Nacimiento del Niño Jesús pero mastodónticas, extemporáneas, ridículas y compitiendo también en altura; esta de 45 metros; habrá que ver la de Vigo. Me pilla frente a una parada de autobús que frecuento, si no, a mí no me cogen por ahí ni borracho; puedo prescindir de norias hasta que llegue la de mi pueblo.
Si estos atropellos favorecen la Navidad, que venga Dios y lo vea. Yo, como antiguo, prefiero otras manifestaciones para las Pascuas. Con el encendido del alumbrado público se dio por inaugurada la Navidad el viernes 29. Desde entonces hasta que pasen los Reyes tengo vetado este centro de la ciudad. Pero hay otros encantos que no son la aglomeración, el hervidero humano y el bullicio de la urbe, como gozar de nuestros más bellos paseos urbanos del mundo o visitar los tesoros monumentales o conventuales de nuestra ciudad, los villancicos de coros o en familia, los poemas navideños de poetas amigos, las comidas de siempre y los dulces tradicionales. Al margen de la adquisición de alimentos y bebidas, a mí me comunica calma y sosiego no comprar ni una alfiler.
Mereció la pena hacer el esfuerzo ímprobo de evitar las dificultades de la marea humana de Recogidas hasta llegar a la Parroquia de Puentezuelas para oír el concierto que la prestigiosa Schola Gregoriana ofrecía, fundada en 1984 por Francisco Javier Lara y dirigida desde entonces por este eminente musicólogo y profesor de Historia y Ciencias de la Música de la Universidad de Granada, con un repertorio casi olvidado que, por el contrario, ha sido fuente de nuestra música culta occidental.
El inventario de la música monódica del canto visigótico o gregoriano, de la polifonía primitiva de nuestros mejores manuscritos españoles o del mozárabe trasmitido en los Cantorales, se plasman como alternativa de la base de gregoriano y órgano de estos conciertos sublimes. El exquisito programa se presentó dividido en tres partes: -Canto hispánico y Códice Calixtiano, -Cantos de Adviento y Cantos marianos y -Cantos penitenciales.
Este refinado y experimentado grupo vocal, especializado en un repertorio musical infrecuente y, sin embargo, tan rico, ofreció, con templo abarrotado, un programa fundamental compuesto por canto mozárabe y gregoriano que viene realizando desde décadas como básica labor de difusión de compilación polifónica especializada y casi desconocida con sus conciertos en contextos singulares así como en los principales festivales y enclaves históricos del país.
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