Gracias, colegas

Cuando a las ocho de la tarde salimos los vecinos a aplaudir por todos los servidores públicos que se están jugando la vida para protegernos, no solo de ese virus malvado, sino también de nosotros mismos, pienso en vosotros, compañeros periodistas, porque formáis parte de ese grupo de trabajadores, que son ahora los héroes cotidianos de las ciudades y los campos en todo el país. Precisamente en ese momento en que el periódico está cerrando su edición diaria, os ofrezco mi aplauso agradecido porque lo estáis haciendo muy bien, que es lo mejor que le puede pasar a todo profesional que se precie: cumplir los fines del propio oficio. Y en nuestro caso es informar y sobre todo contar la verdad.

A lo largo de mi vida he tenido que aguantar no pocas soflamas o críticas sobre el periodismo en abstracto o sobre los periodistas en concreto, pero después de hacerles unas cuantas preguntas a esos pedantes que se creen que lo saben todo, o se han quedado callados o han tenido que reconocer que, aunque imperfecto, el periodismo es necesario en una sociedad que se pretende libre y democrática. Y que sería infinitamente peor que no existiera.

Creo que en estas semanas tan raras que estamos viviendo cabe hacerse la misma reflexión. He dicho otras veces que lo más preocupante de esta sociedad hiperconectada, digital, cargada de ruidos, es que cada vez importa menos conocer la verdad sobre la naturaleza de las cosas. Eso explica que la gente prefiera creer a las noticias falsas, aunque sean inverosímiles, que a los hechos tal como ocurrieron. Con tal de que confirmen, aunque sea tramposamente, las propias ideas peregrinas, o los deseos inconfesables. Y junto a esa realidad es aún más preocupante que los medios de comunicación de verdad, no los que aparentan serlo, se encuentren en este tiempo debilitados por las consecuencias de la era digital, global, o como demonios la queramos llamar.

Y sin embargo, ahí estáis vosotros, respondiendo a la necesidad de verdad que tienen los seres humanos sensatos, aplastados por los bulos, las noticias falsas, las intoxicaciones interesadas, contrastando informaciones, comprobando datos, para que estemos seguros y no nos dejemos engañar. Es verdad que siempre hubo de todo eso en el mundo de la comunicación, pero lo de ahora es como el virus que tanto nos aterra: se contagia con una facilidad pasmosa y mata el discernimiento, la moderación, el conocimiento. Por eso os digo que me encanta veros en las fotos, leeros en vuestros trabajados reportajes. Y por si esto fuera poco, muchas gracias a esas manos puntuales que me dejan IDEAL en casa, me encuentro con vosotros cada día.