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EFE

Furor y templanza

La carrera ·

La templanza es un universo a cuya armonía deberíamos siempre aspirar, construyendo día a día sus peldaños

Martes, 19 de febrero 2019, 23:31

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La templanza será toda una virtud pero en nuestro país es algo poco valorado. Incluso se relega a quien la practica. Y esa cualidad que ... nos induce a usar o hacer las cosas con moderación, aquí se desdeña. La templanza se manifiesta con un actuar prudente, congruente, cauteloso; se caracteriza por tener madurez, sentido común y sabiduría en la toma de decisiones. Todo lo contrario a lo que podemos observar, especialmente, en el panorama político actual, donde hay quienes no cuidan sus palabras y asumen conscientemente, que es lo peor, ofuscaciones de pensamiento glandular, tan carpetovetónico. Ahora vuelve un pensamiento reduccionista y hay un populismo que parece llamar a la Reconquista en un panorama que pinta de ira y furia entre cordones sanitarios. Blandimos banderas e insultos, sacamos la máscara, para con música de Ennio Morricone, personajes como Pablo Casado «ese Winchester de repetición» que decía ayer Raúl del Pozo, vayan a lo Clint Eastwood en su caballo empujado por Vox. Pero son prácticamente todos (observen nuestras tertulias políticas televisivas, por ejemplo, que visualizan bien lo que digo) los que se ponen en medio de la calle polvorienta del Durango español, con el poncho recogido al hombro y la mano en el revolver, y el dedo ya en ese gatillo fácil para disparar desmesura a diestro y siniestro. Ante eso, está la templanza; qué pocos l practican. Qué ocultos y solos los dejamos. La templanza se identifica con el control y la sobriedad, y acompaña a la justicia y a la fortaleza. Etimológicamente la palabra templanza proviene del griego 'enkrateia' y proviene de la raíz -krat, que significa tener poder o señorío sobre las cosas o sobre uno mismo. Los griegos usaban esta palabra con frecuencia para referirse a la disciplina es la 'enkrateia'. Se suele traducir al castellano como templanza o dominio propio. Según Cicerón, «la templanza es un dominio firme y moderado de la razón en su tendencia al placer y a otros impulsos menos rectos del espíritu». Para San Agustín, «la templanza es aquella virtud del alma que modera y reprime el deseo de aquellas cosas que se apetecen desordenadamente». Y Quevedo pudo añadir que «mucho peligro corre todo lo que templanza no tiene».

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